No los veremos protagonizando ninguna historia de este libro, no saboreará ninguna de las comidas preparadas y no será el protagonista de ninguna historia que saque rizas o lágrimas. Nunca será invitado a ninguna comida, pero pero igual estará ahí, fiel, discreto, dispuesto a trabajar sin importar la hora del día. Lejos el mejor aliado.
Pese a todo, el estará ahí, siempre en segundo plano, aguardando para cuando lo requieran. Discreto, fiel, silencioso y claro, verde, muy verde. Porque al final de cada comida, cuando todos partan a otra cosa, a lo suyo, y fuentes, cucharones, ollas y cubiertos se acumule por todos los mesones, por todos los rincones, el no arrugará la nariz, ni esquivará la tarea, ni hará algún reproche. Todo su color, todo su aroma y todo su trabajo estará a un estirar de nuestra mano, para que lo usemos y usemos sin contemplaciones de ningún tipo. Junto con los huevos, un buen cuchillo, aceite de oliva y un buen vino: Mr. Quix.
