Esto no es una dieta: una guía hacia los buenos hábitos

Llámenme hereje si quieren, pero no creo en las dietas. Simplemente no les creo, y las he intentado. Pero me di cuenta que entre más me trataba de convencer a mí misma de que estaba a dieta, más tenía antojo de cosas que supuestamente no podía comer (mucho más que en un día normal donde no me programaba estarlo). No existe tal cosa como un milagro instantáneo para bajar de peso.

Le perdí la fe a las dietas cuando empecé a escribir sobre comida y nutrición, hace más de un año. Porque gracias a todo lo que fui aprendiendo, fui adquiriendo mejores hábitos poco a poco. En unos meses la gente empezaba a decir que estaba más delgada y que qué cosa estaba haciendo para ello.

El beneficio del hábito

Al ser constante, tu cuerpo se acostumbra a trabajar de cierta manera, por lo que es menos probable que si un día comes algo con muchas calorías no te afecte. Tu cuerpo está ya acostumbrado a trabajar de manera eficiente. Lo que sucede es que muchos no hemos recibido información sobre nutrición mientras crecemos. Y nuestro cuerpo no trabaja de la forma eficiente que debería.

Vaya, no recuerdo haber oído la palabra proteína quizás hasta que estaba en preparatoria, y eso porque estaba de moda la dieta Atkins. El decirnos que le bajemos al refresco con un impuesto, no necesariamente nos ayuda a tener una alimentación balanceada (y por cierto, podría ni siquiera ayudar a bajar nuestro consumo de refresco). Para eso se necesitan libros como: Esto no es una dieta.

Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe, cena un mendigo.

Según el libro, este es el principio regidor en el que se deben basar nuestros alimentos diarios. Cuando uno comienza a leer sobre nutrición, la cantidad de información parece totalmente abrumadora. Que si hay que pensar en las cantidades de proteínas, de carbohidratos, de vitaminas, de ácidos grasos omega 3, de minerales, de antioxidantes… es demasiada información para poner en un solo plato.

La verdad es, que comer bien es otra de esas cosas que no nacemos sabiendo. Necesitamos que alguien nos guíe en la encrucijada, algo como este libro. Porque en realidad lo sabemos: no existen milagros ni remedios rápidos para perder peso y mantenerlo así.

Lo que más me gustó del libro es que nos plantea primero toda la información base sobre los alimentos y luego propone una serie de menú y recetas que puedes seguir hasta que te sientas lo bastante seguro como para realizar el balance tú solo.

Para que se den una idea, los dejo con la que creo es mi parte favorita del libro y engloba mucho de lo que yo creo es necesario hacer para comer saludable y mantenerse siempre así.

Las 7 reglas de oro para adelgazar de manera permanente

1. Reduce los productos cárnicos en beneficio de las proteínas vegetales (cereales y leguminosas)
2. Huye de los productos industriales y refinados.
3. Elige productos de calidad, orgánicos o de granjas locales, de temporada, energéticos, saciantes y de ser posible, de la zona. (recuerden que es una forma de estar seguros de que no están comprando algo genéticamente modificado).
4. Equilibra los alimentos que tienen propiedades acidificantes de los que tienen propiedades alcalinas.
5. Mantén tu alimentación más “viva”, come alimentos sin alterar, más productos crudos o ligeramente cocinados.
6. Modera las cantidades, come lentamente, saborea y mastica bien.
7. No olvides hidratarte, fuera de las comidas con agua de manantial.

Lo último que les mencionaré es que este en definitiva no es un libro de consulta en el sentido estricto. O sea, es necesario que se den la oportunidad de leerlo para aprovecharlo (y luego ya pueden consultar las recetas nada más). Vale la pena si se han propuesto (ojo, no como propósito de año nuevo para olvidar después) un estilo de vida mucho más saludable.