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El desperdicio detrás del hambre

Reducir el desperdicio, o darlo a quienes lo pueden aprovechar, puede minimizar el hambre mundial.

Pensamos que el hambre mundial es causado por la falta de alimentos. Sin embargo, de acuerdo a la FAO,  hoy en día producimos la cantidad suficiente para alimentar a todo el planeta con una dieta de 2720 calorías.  Entonces, ¿dónde está toda esa comida? Un tercio de la producción alimentaria es desperdiciada. Esto significa que muchos recursos son explotados en vano, y que el potencial de nutrir a miles de personas es desaprovechado. Si bien nosotros no podemos cuidar la comida en cada instante, nuestro papel como consumidores puede prevenir el desperdicio así como canalizarlo de formas más provechosas.

La comida es deshechada en distintos momentos. Desde la producción agrícola, hasta los supermercados y finalmente en nuestras casas. Aunque no podemos modificar directamente todo el desperdicio, tomar conciencia sobre algunos momentos, puede prevenir y reducir la cantidad de comida que no se utiliza.

Industria alimentaria

Para poder cumplir sus cuotas, los productores agrícolas llegan a producir “más de la cuenta”. El exceso se convierte en alimento para animales, o simplemente en basura.

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En el caso de las verduras, cereales, y frutas, si no se cosechan en el momento adecuado se pueden desperdiciar muchas héctareas de cultivo. Incluso después de haberse cosechado, el tipo de  almacenamiento es esencial para el tiempo de vida del producto.

Pero una de las principales causas de desperdicio es la estandarización “estética” del alimento. En un estudio sobre la producción de zanahorias, se detectó que por lo menos el 15% de las zanahorias eran tiradas a la basura por cuestiones físicas que no afectaban el valor nutrimental. Es decir, que productos perfectamente comestibles son considerados inservibles, únicamente por tener algunas torceduras o pequeños imperfecciones.Para poder mantener todas las frutas y verduras tan bonitas como las vemos en el supermercado, toneladas de comida son descartadas.

Una vez que está el producto seleccionado, se transporta hasta los almacenes. En dicho transcurso, los alimentos se echan a perder. Sobretodo cuando son largas distancias. Es por eso que es mejor comprar productos locales, que no necesiten pasar mucho tiempo en una camioneta, y se puedan consumir de forma más directa con el productor.

Consumo

Las tiendas son otro importante factor en el desperdicio de comida. Tanta variedad de productos dificulta que todo sea consumido. Mucha comida se queda estancada en los escaparates y caduca antes de que alguien lo compre. Estamos acostumbrados a siempre ver un supermercado bien abastecido, pero difícilmente procuramos tomar el producto con la fecha de vencimiento más cercana.

A pesar de que  la fecha de caducidad es una estandarización para prevenir intoxicaciones, no signfica que cercana la fecha, o incluso ese mismo día, el producto automáticamente ya no sirva. En muchas ocasiones tiene incluso más semanas de vida. Es por eso que los bancos de comida, recolectan los productos comestibles que los clientes ya no comprarían en el supermercado.

La facilidad de conseguir comida hace que compremos desmesuradamente. Mucha de nuestra comida se queda en la profundidad del refrigerador, pudriéndose lentamente. Esta inconsciencia de los países más industrializados, provoca un alto porcentaje del desperdicio.

  1. El desperdicio per cápita de alimentos por consumidor en Europa y América del Norte es de 95 a 115 kg/año, mientras que en el África y Asia esta cifra representa solo de 6 a 11 kg/año.
  2. En los países en desarrollo más del 40 % de las pérdidas de alimentos se produce en las etapas de poscosecha y procesamiento, mientras que en los países industrializados más del 40 % de las pérdidas de alimentos se produce en la venta minorista y el consumo.
  3. Los consumidores de los países industrializados desperdician casi la misma cantidad de alimentos (222 millones de toneladas) que la producción de alimentos neta total del África subsahariana (230 millones de toneladas).

Estos números reflejan que quienes podemos acceder a la comida somos más inconscientes. Se nos hace fácil comprar y tirar en lugar de reflexionar más sobre nuestro cuerpo, alimentación y las demás personas.

El desperdicio de comida, no sólo significa alimento que se desaprovecha, también se pierden recursos energéticos y ambientales que la industria alimentaria explota. Si una tercera parte de lo que produce va para la basura, podríamos ahorrar esa explotación de agua, energía, tierra y mano de obra en cosas más provechosas.

Les propongo tomar ciertas medidas, o por lo menos tomarlas en cuenta la próxima vez que vayan al supermercado:

  1. No se dejen llevar por el aspecto estético, sino por la calidad del producto.
  2. Piensen dos veces lo necesario de lo que están comprando, si lo usarán en la semana, o si durará lo suficiente en su refrigerador.
  3.  Si han comprado demasiado, una opción puede ser donar la comida, o ¿por qué no? hacer una gran fiesta.

Si consumimos de manera más consciente y considerada, la industria no tendría que presionar tanto al medio ambiente ni a la sociedad. Nuestros hábitos alimentarios pueden contribuir a minimizar la desigualdad social y ambiental en el mundo.

Fuente:

Beyond the scarcity scare: reframing the discourse of hunger with an eco-mind de Frances Moore Lappé

Pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo de FAO

Imagen: JBloom (cc Flickr)

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