La cesárea es una intervención quirúrgica que permite el nacimiento de un bebé a través del abdomen de la madre y aunque no es el ideal para muchas mujeres que esperan tener un parto natural, ésta presenta algunas ventajas, como lo es el menor sufrimiento del bebé al momento de salir. Y claro, las desventajas tienen que ver con el hecho de que se trata de una intervención que deja cicatrices, dolor y hasta infecciones si no se lleva a cabo correctamente.
La recomendación general es aplicarla solo en casos puntuales donde el parto vaginal no sea posible. A continuación te presentamos algunas de las situaciones cuando se debe programar una cesárea.
MATERNAS:
Eclampsia y preeclampsia. Se trata de una fuerte subida de la presión arterial que afecta al 2% y 8% de las mujeres embarazadas. En el caso de una preeclampsia leve se puede inducir al parto tras un periodo de descanso, pero si se detecta que la vida del feto está en riesgo, es necesaria la cesárea.
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Placenta accreta. Ocurre cuando la placenta se adhiere demasiado profundo en la pared uterina, obstruyendo la salida del útero y hasta el cuello.
Pelvis demasiado estrecha. Esta imposibilita o dificulta el paso del bebé
Tener dos o más cesáreas anteriores. Aunque en teoría la mujer puede soportar varias cesáreas, el cuerpo siempre reaccionará diferente y puede haber riesgo alto de rotura uterina.
Existencia de tumores en el canal del parto. También hacen necesaria la cesárea.
Cardiopatía grave, infecciones genitales o infección por VIH
Útero con cicatrices previas
Diabetes gestacional
FETALES
Embarazos múltiples. La mujer es capaz de dar a luz a gemelos de forma natural pero si el primero de los gemelos no está bien colocado, es necesario programar una cesárea. En caso de ser trillizos, siempre se recurre a esta intervención.
Mala posición del bebé. Si viene de nalgas, depende de la habilidad del obstetra colocarlo en posición, pero en la mayoría de los casos, siempre se recurre a la cesárea.
Macrosomía fetal. Cuando el bebé viene demasiado grande (más de 4,5 Kg).