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Es chilena, exitosa y poderosa. Aquí nos cuenta su fórmula para llegar lejos

El 2007 fue la primera mujer en ser nombrada socia de la multinacional en la que trabaja hace 20 años, enfrentándose al desafío de liderar en un rubro comúnmente dirigido por hombres.

Una mujer exitosa pero sencilla. De pelo y ojos castaños, narra su historia sin pretensiones, dejando entrever que –más allá de la ejecutiva– hay una madre y una esposa que no necesita dejar su femineidad de lado para lograr lo que se propone, y que está dispuesta a vivir los desafíos que se le presentan con entusiasmo y perseverancia.

Cuando Teresa Oliva ingresó al mundo laboral, no se imaginó que dos décadas después se encontraría donde está. En su último año de universidad comenzó a trabajar como asistente en una empresa de auditoría, y luego de una exitosa carrera se convirtió no sólo en una de las socias de la compañía en Chile, sino que también ha comenzado a impulsar el rol de las mujeres en altos cargos directivos.

¿Cuál fue la clave de su éxito? Su forma de plantearse frente al trabajo. «Me gusta hacer las cosas bien, por orgullo profesional; me avergüenza que alguien encuentre que mi trabajo está mal hecho. Eso ha tenido su recompensa». Las jornadas extensas y la presión por los plazos no fueron un obstáculo para Teresa en ese entonces. «Antes podía llegar a mi casa a las dos de la mañana y a las ocho estar de vuelta en la oficina. Mirando en retrospectiva creo que lo haría de nuevo, porque cuando uno es joven hace un montón de sacrificios en pos de lo que espera conseguir. La cuestión es estar dispuesto».

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Uno de los aspectos más complejos para las mujeres que trabajan jornada completa es la conciliación con la vida personal. Teresa ha logrado sobrellevarlo bien, pero recuerda que durante un período se vio complicada. «Me había casado hace poco y estaba con mucha carga laboral, no me podía ir temprano y me costó lograr el equilibrio. Al final es una decisión personal, uno pone los límites». El apoyo recibido de su marido durante los 15 años que llevan de matrimonio ha sido fundamental, especialmente una vez que decidieron tener hijos. «Tuve mi primer hijo cinco años después de casarme. Quisimos aprovechar de salir, viajar y después nos dimos cuenta que necesitábamos algo más».

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A pesar de que participa en muchas actividades y tiene dos hijos, al menos una vez al año se toma un tiempo para viajar y conocer otras latitudes. «Es una experiencia impagable que alimenta el espíritu. La vida es muy corta y hay muchos lugares que esperan ser descubiertos». Además tiene un blog en el que escribe de diversos temas bajo el seudónimo de María Fernanda Bécquer, en honor al poeta español que la cautivó durante su juventud.

Cree que hoy los jóvenes tienen otra forma de enfrentarse al trabajo, más empoderados. «Nuestra generación creció al alero del esfuerzo, de sacrificarse en la vida para conseguir objetivos, metas a largo plazo. La generación de nuestros hijos, en cambio, creció con las cosas dadas, entonces son más instantáneos». A lo largo de su trayectoria le ha llamado la atención la escasez de mujeres en altos cargos pese que, según los procesos de selección, son ellas y no los hombres quienes obtienen los mejores resultados tanto en las pruebas técnicas como en las sicológicas. «Qué lástima que se pierda un liderazgo o una cabeza pensante sólo porque es difícil compatibilizar la vida personal con la profesional».

Pero también plantea que son las mismas mujeres las que se boicotean en sus ambiciones laborales. «Los hombres se atreven más, postulan a un cargo aunque cumplan tres de los cinco requisitos que les piden. Las mujeres pueden cumplir cuatro, pero prefieren no postular. Finalmente, quienes llegan a cargos directivos son los que se atreven y confían en sus capacidades». Con esta convicción se convirtió en copresidenta de WomenCorporateDirectors, la única organización global de mujeres directoras a nivel corporativo, que busca asegurar mejores prácticas alrededor del mundo. Esta agrupación nació en Nueva York y tiene sedes en distintos países. Las integrantes se reúnen entre cuatro y cinco veces al año para discutir temas que son importantes para los directorios. «Hace un par de años abrimos en Chile y ubicamos a un grupo de directoras que quisieran participar. Me ha dado una visión muy distinta y bastante más amplia respecto de muchos temas, y las mujeres lamentablemente no estamos muy expuestas a eso. Por eso buscamos entregarles más herramientas y generar redes de contactos».

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Cree que en Chile es necesario un cambio cultural en lo laboral, especialmente en temas como la flexibilidad y el trabajo desde la casa. «Las personas que han demostrado hacerlo bien y son responsables, deberían ganarse el derecho de trabajar de una manera distinta, en función de los objetivos. El mundo va para allá, nosotros pretendemos ser un país desarrollado, pero estamos lejos de lograrlo».

Como ejecutiva trata de mantener una buena relación con la gente que está a su cargo, aunque admite que antes de ser mamá, le era más difícil empatizar con la gente. «Me costaba aceptar que me dijeran ‘tengo que irme antes porque voy a llevar a mi hijo al médico’. Ahora comprendo que para las mamás es sumamente importante acompañar a su hijos en esos momentos, y la gente que trabaja contigo hoy día no te valida porque sabes harto, sino cuando te respetan y sienten que los puedes apoyar».

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