La competencia de “salvación” exigía originalidad y técnica: los participantes debían elaborar un plato habilidoso, con ingredientes e ideas que mostraran creatividad y buen dominio culinario. Fernanda Guevara optó por un enfoque poco convencional: un pato jugoso, acompañado de crepes de choclo y una salsa de berenjena.
La combinación llamó la atención de inmediato. Lo tradicional del pato, tan clásico en alta cocina, se fusionó con lo gourmet y lo casero: el choclo, ingrediente autóctono, reinterpretado en forma de crepe, y la berenjena aportando textura y sabor con su salsa. El contraste entre sabores —terroso, dulce, cremoso y suculento— jugó a su favor.
Más allá de la ejecución, fue su valentía lo que marcó la diferencia. Una receta así no solo requiere buen pulso y conocimiento de los tiempos de cocción: implica imaginación, riesgo y convicción. Y Fernanda lo mostró con creces.
El veredicto del jurado: sabor, técnica y corazón
Cuando los jueces probaron su plato, no demoraron en reconocer su mérito. El pato estaba en su punto: tierno, jugoso, bien sazonado; las crepes de choclo aportaban textura y sabor con un giro distinto; y la salsa de berenjena —suave, cremosa, con un dejo de umami— unificaba el conjunto.
El jurado resaltó: la cocción impecable del pato; la creatividad al transformar ingredientes familiares del campo en un plato elegante y sofisticado; y el equilibrio general: ni un sabor opacaba al otro. En su conjunto, fue una elaboración sólida, honesta, con identidad.
Así, Fernanda no solo se ganó halagos: se ganó su lugar en el balcón, símbolo de la salvación antes del reto de eliminación y la ovación de compañeros y público.
¿Por qué este plato conecta con el público?
Innovación artesanal: al combinar ingredientes tradicionales (choclo, berenjena) con técnicas de alta cocina (pato bien cocinado, presentación refinada), el plato rompe barreras entre lo casero y lo gourmet.
Identidad local reinterpretada: para muchos televidentes ecuatorianos, el choclo evoca nostalgia, tradición; verlo transformado en crepe invita a revalorizar lo nuestro, con creatividad.
Cocina inclusiva: no es un plato intimidante; su propuesta, fresca y amigable, puede inspirar a quienes cocinan en casa a atreverse con algo distinto, sin perder raíces.
Historia de resiliencia y talento: ver cómo alguien arriesga, lo logra y es reconocida, inspira. Sobre todo en un contexto competitivo como MasterChef.
Un ejemplo de valentía y talento para todos
Fernanda Guevara demostró que en la cocina —y en la vida— vale la pena arriesgar, imaginar, creer. Con su plato de pato, crepes de choclo y salsa de berenjena no solo convenció al jurado: conquistó corazones, puso en alto la creatividad culinaria, y mostró que lo tradicional puede reinventarse sin perder esencia.
Su balcón no es solo un espacio físico en el set: es un símbolo de oportunidad, de esperanza, de talento reconocido. Y para muchos espectadores —jóvenes, adultos, cocineros de fin de semana o gourmets del domingo— su historia resuena.
Porque en cada mordida hay sabor, tradición e innovación. Y en cada prueba, una invitación a atreverse.

