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¿Por qué Paulina Tamayo lloraba cada vez que cantaba la ‘Canción de los Andes?

Paulina Tamayo se convirtió en un símbolo de la música nacional ecuatoriana, promoviendo el pasillo, el albazo y el pasacalle.

Paulina Tamayo falleció a los 60 años.
Paulina Tamayo falleció a los 60 años. Captura de pantalla.

La reconocida artista ecuatoriana Paulina Tamayo, conocida como La Grande del Ecuador, falleció el martes 21 de octubre de 2025 a los 60 años. En medio del duelo, numerosas declaraciones suyas emergen como reflejo de su sensibilidad artística.

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En particular, explicó por qué al interpretar su emblemático tema “Canción de los Andes” solía emocionarse hasta las lágrimas, revelando que la canción contiene memorias personales profundas y que su voz al cantar se llenaba de sentimientos difíciles de contener.

¿Por qué Paulina Tamayo lloraba al cantar la “Canción de los Andes”?

Tamayo explicó en una entrevista con el diario El Comercio que:

“¡Ayayay! Los artistas somos tan humanos como el resto de personas. Como todos, tenemos momentos buenos y otros no tan buenos. Hay vivencias personales que muchas veces se reflejan en un tema. La Canción de los Andes es parte de mi vida, de una época muy difícil de la que no me gusta hablar mucho, porque me entristece. Ese sentimiento que me provoca esta canción ha crecido con la pandemia, por la muerte de compañeros o conocidos. Soy muy sensible y llorona, vine así desde la cuna. También hay otros temas que me arrancan lágrimas, como Esposa.”


La artista reconocía que el tema, pese a su fuerza cultural y aceptación popular, estaba ligado a recuerdos personales dolorosos que la hacían vibrar de forma genuina sobre el escenario. Su disposición “sensible y llorona” fue parte de su identidad artística.

¿Qué legado deja esta conexión emocional con su música?

Paulina Tamayo se convirtió en un símbolo de la música nacional ecuatoriana, promoviendo el pasillo, el albazo y el pasacalle. La “Canción de los Andes” se transformó en uno de sus himnos más significativos, incluso con miles de visualizaciones en YouTube.

La emoción que expresaba al cantarla evocaba que, para ella, el arte no era solo espectáculo, sino catarsis emocional. Al confesar que la canción le “producía tristeza” por experiencias difíciles, especialmente tras la pandemia y la pérdida de personas cercanas, Tamayo humanizó su rol como intérprete: no solo voz, sino persona con heridas que se volvían música.

Su confesión añade valor al acto de interpretar: cuando ella cantaba y se quebraba, lo que ocurría en el escenario era auténtico, era vivir un momento colectivo de memoria, nostalgia y también resiliencia. Esa dimensión emocional contribuyó a su conexión con el público ecuatoriano, que veía en ella no solo a una estrella, sino a alguien que compartía el sentir de su tierra.

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