Britney Spears fue un ícono mundial juvenil. Su increíble talento, su gran atractivo, y su forma de ser la convirtieron en parte de la historia del entretenimiento. Dejando una gran huella en los corazones de millones de personas.
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Comenzó siendo admirada por todos; la rubia perfecta, junto al novio perfecto. Sin embargo, poco a poco, su vida comenzó a complicarse. ¿Te suena conocido? Sus malas decisiones, adicciones, y problemas la absorbieron hasta llevarla a tener varios colapsos nerviosos.
Podemos recordar cuando hizo la famosa britney señal, o cuando se rapó completamente enfrente de todos. Algunos de estos momentos, aunque son tomados, con risas, marcaron su vida definitivamente.
Las generaciones menores a la cantante, veíamos la situación con mucha sorpresa y burla. Sin embargo, entre más edad tienes, más entiendes esos colapsos nerviosos. Cuando nuestros padres nos cobijan parece que todo es muy sencillo, pero entre más crecemos, nos damos cuenta que no es así.
Por ello, ahora tenemos más empatía hacia Britney, porque aceptémoslo, todos hemos sido ella en alguna ocasión. Todos hemos querido raparnos la cabeza por la desesperación, por el estrés, y por la forma en la que la vida hace lo que quiere con nuestros deseos y nuestros sueños.
Una vez más la famosa ingresó a un hospital psiquiátrico desbordada por sus problemas familiares, y la salud de su padre. Aunque muchos no lleguen a ese extremo, sí podemos sentirnos identificados y hasta vernos tan cerca que asusta, ya no da risa.
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Parece un milagro diario no desmoronarnos mientras todo va fallando, o va resultando tan distinto a como lo habíamos imaginado en anteriores ocasiones. Una sonrisa, una risa, un momento de paz… todas esas sensaciones deberíamos a aprender a valorarlas más.
Por eso ahora entendemos, que todos hemos sido Britney, y su realidad no está tan alejada a la nuestra.