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Un Volkswagen amarillo: la trampa letal de Ted Bundy, el asesino de mujeres del que todos hablan en Netflix

La historia de Ted Bundy ha estremecido tras el estreno de su documental en Netflix y la participación de Zac Efron en una producción sobre él

Por alguna razón, las historias de mafia y mentes criminales han fascinado siempre en cine y televisión. Ahora, Netflix está estremeciendo a todos con la serie documental ‘Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy’.

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El documental presenta por primera vez una serie de cintas que grabó el periodista Stephen G Michaud con Bundy en el corredor de la muerte, y que posteriormente publicó en un libro en 1989.

El número exacto de víctimas femeninas es desconocido, pero Bundy estuvo de cacería entre 1974 y 1978 y su búsqueda implicó un esfuerzo sin precedentes. Sus juicios fueron televisados y seguidos por todo el país, estremeciendo a todos por la forma en la que buscaba defenderse y librarse de toda culpa.

Por un lado, la psicología de Bundy resulta fascinante pero por otro, es increíblemente incómodo saber la forma tan retorcida y atroz en la que atraía mujeres jóvenes y atractivas para entonces abusar de ellas y asesinarlas. Los crímenes de Bundy se cometieron hace varias décadas pero causa escalofríos pensar que su modus operandi puede ser aplicado por cualquier mente criminal.

¿Cuál era su modus operandi?: Un «simpático» Volkswagen amarillo

Fue bautizado por la prensa  como el ‘Rodolfo Valentino de los asesinos’. Era atractivo, refinado y encantador, además de tener una licenciatura en psicología y derecho por la universidad de Washington. Bundy se aprovechaba de su buena apariencia y caballerosidad para ganarse la confianza de sus víctimas y lograr que subieran sin miedo a su simpático Volkswagen amarillo.

El primer paso era ofrecerles un viaje romántico o un simple paseo en dicho vehículo pero todo terminaba en tortura y mutilación. Bundy se convirtió en el mayor asesino de mujeres en la historia de los Estados Unidos.

Hoy, su Volkswagen, se exhibe en el National Museum of Crime & Punishment de Washington DC.

Pero Bundy no fue el único que convirtió su auto en un «vehículo criminal» ya que el famosos asesino Charles Manson, quien en un principio solía robar automóviles, se hizo dueño de un Ford Falcon del 59, el cual pertenecía a de su alumna Linda Kasabia. Manson lo convirtió en una especie de base donde planeó y ejecutó nueve asesinatos entre julio y agosto de 1969 en Los Ángeles.

 

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