Sería muy fácil de encasillar a Freddie Mercury como un hombre gay que vivió siempre en el closet, pero su vida y sus amores eran mucho más complicados que eso. Corría el año 2016, cuando Diane Anderson-Minshall escribió para la prestigiosa publicación ‘The Advocate’, sobre el problema fundamental al tratar de analizar los excesos en la relación de Mercury con su ex novia e incluso prometida, Mary Austin.
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Anderson-Minshall, el autor del libro ‘Somebody to Love’ intentó explicar la razón por la que Mercury habría puesto a Austin por encima de todas sus relaciones homosexuales, y es que existía una propia homofobia bastante profunda en Mercury, algo que se tardo mucho en identificar como bisexualidad. Según Anderson, las personas tienen la necesidad de categorizar a los demás como homosexuales o heterosexuales, sin reconocer que la orientación sexual no es una dualidad, pues existen una gama de realidad, que también merecen respeto.
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En muchas oportunidades, Mercury se refirió a Austin como «el amor de su vida» o comosu «esposa de ley común». Ambos estuvieron juntos durante siete años, y se separaron justo cuando Mercury comenzó a buscar relaciones con hombres. Sin embargo, siguieron siendo muy cercanos, al punto que él le dejó la mayor parte de sus bienes a ella cuando murió, e incluso le confió esparcir secretamente sus cenizas, un misterio que hasta el sol de hoy se desconoce.