La llegada de un nuevo miembro a la familia real siempre resulta un acontecimiento que paraliza al mundo entero. Pero lejos de la idea hollywoodense de lo que es pertenecer a la realeza, nacer siendo un royal en estos tiempo, tiene muchas implicaciones que nadie espera.
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Los bebés reales han sido una fuente de fascinación pública durante siglos. En un ejemplo histórico, James Francis Edward, príncipe de Gales, fue un tema de controversia desde su nacimiento en 1688.
Hasta el parto de James, su madre, María de Módena, la segunda esposa católica del rey Jaime II, había sufrido una serie de abortos involuntarios y fue sin hijos. Después de la llegada de James, circularon ampliamente los rumores de que Mary nunca estaba embarazada (o había sufrido otro aborto involuntario) y le metió en la cama a un bebé impostor a través de una bandeja de calentamiento, en un esfuerzo por producir un heredero católico, una perspectiva alarmante para Inglaterra.
Ese mismo año, James II fue derrocado y Mary huyó del país con su hijo. Como adulto, el príncipe (cuya sangre real resultó legítima, a pesar de las teorías de conspiración) intentó sin éxito recuperar la corona británica y fue apodado el viejo pretendiente.
Medidas anti robo
Un ministro del gobierno solía estar presente en los nacimientos de los pequeños royals para asegurarse de que ningún bebé fuera intercambiado o sustraído. La tradición continuó bien entrado el siglo XX con el nacimiento de la princesa Alejandra, prima de la reina Isabel II, pero la práctica fue oficialmente detenida poco antes del nacimiento del príncipe Carlos en 1948.
El cuidado de los niños
Niñeras, institutrices y tutores, rodean a los pequeños, así como cámaras y los ojos de millones de personas que los siguen a cada paso. Es extraño que los padres se encarguen del cuidado de los pequeños, aunque al parecer, tanto la princesa Diana como Kate Middleton y el príncipe William cambiaron las reglas.
Y es que cuando la difunda Lady Di tuvo a sus hijos, el príncipe Guillermo y el príncipe Harry, hace tres décadas, ella y el príncipe Carlos rompieron con la tradición y convirtieron en una prioridad el involucrarse intrincadamente con el cuidado y la educación de sus dos hijos pequeños.
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Por su parte, la duquesa Kate Middleton no aceptó tener una niñera para cuidar a sus hijos, como dicta el protocolo real. Al contrario, dijo que ella misma, junto con William, podía hacerse cargo de ellos. A pesar de que la familia ha crecido y ahora son 3 niños, Kate todavía insiste en cuidar de ellos y hacer todo lo que esté a su alcance para maximizar el tiempo con cada uno.
El padre no siempre está presente en el nacimiento de sus hijos
Tradicionalmente, es deber del esposo estar presente cuando su esposa esté dando a luz, o al menos esperando en la sala para conocer a su bebé. Sin embargo, en la realeza las cosas no funcionan así pues por lo general el hombre se encuentra atendiendo otras actividades mientras la mujer da a luz. Cuando la reina Isabel II daba a luz al príncipe Carlos, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, estaba ocupado jugando squash.
Hospital vs Casa Real
Según la tradición, los bebés nacían en casa, pero William se convirtió en el primer príncipe en nacer en un hospital. Dos años después, su hermano Harry nació en el mismo hospital y hace 5 años, el pequeño George llegó al mundo ahí mismo. El príncipe Carlos sí nació en el Palacio de Buckingham y su madre, la reina Isabel II nació en la casa de Mayfair de su abuelo.
Las leyes de sucesión
Los hijos de William y Kate van en fila para el trono según su orden de nacimiento, sin importar el género. Hasta hace poco, las leyes de sucesión con siglos de antigüedad daban prioridad a los herederos varones y exigían que la corona se pasara a los hijos de un monarca, por orden de nacimiento; una hija solo podía heredar el trono si no tenía hermanos varones. Sin embargo, las reglas cambiaron en 2013 para que los descendientes masculino y femenino de un monarca tengan igual derecho al trono, así un niño más joven tampoco podrá saltar por delante de su hermana mayor en la línea de sucesión.
Como resultado, la princesa Charlotte (nacida en 2015) se convirtió en la primera heredera real en no ser desplazada por un hermano más joven en el orden de sucesión. Ella sigue en cuarto lugar en la fila para el trono después de su hermano Prince George (nacido en 2013), su padre Prince William y su abuelo el príncipe Charles. El segundo hijo de la pareja real ocupa el quinto lugar en la línea de sucesión, un lugar por delante de su tío, el príncipe Harry. El bebé del Príncipe Harry y Meghan Markle seguirá la sucesión de Harry al trono.