Cuando un matrimonio real se termina, está claro que ser una princesa no significa necesariamente un final de cuento de hadas. Incluso la princesa Diana y el príncipe Carlos tuvieron que atravesar los mismos duros y tediosos obstáculos legales que cualquier otra pareja en proceso de divorcio. La única diferencia es que lo que está en juego es mayor cuando tratas con el heredero del trono británico.
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Diana y Carlos anunciaron su separación en 1992, 11 años después de casarse, pero se necesitaron otros cuatro años para alcanzar el acuerdo de divorcio. Según los informes, a la reina Isabel II no le habría importado que Diana conservara su estilo de su alteza real, pero Carlos insistió en que lo abandonara cuando el matrimonio terminara oficialmente. Sin eso, Diana tendría que hacerle una reverencia a cualquiera de la familia real, técnicamente incluso a sus hijos, William y Harry.
A pesar del golpe de cara a la pérdida de su estilo real, Diana tenía algo que ganar: una gran cantidad de dinero. Su abogado y el Palacio de Buckingham anunciaron que obtendría el dinero en efectivo en una sola suma en lugar de que Charles pague una pensión alimenticia en curso, y la cantidad no era nada para despreciar. Ninguno de los lados divulgó oficialmente los detalles, pero los periódicos de Londres filtraron que, según los informes, había recibido 22.5 millones de dólares, más otro salario de 600 mil dólares para pagar su oficina privada. Por supuesto, cuando tienes el patrimonio neto de la familia real, eso es solo una gota en el cubo.