Un trago amargo vivió el rey Felipe IV de España con la eliminación de la selección absoluta de su país en la Copa Mundial de Rusia 2018. Sentado en el palco de honor, vivió con aplomo la mayor sorpresa (hasta ahora) del campeonato de fútbol cuando el modesto equipo local venció a las estrellas españolas.
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De la sonrisa amplia, Felipe pasó a la amargura cuando los rusos empataron el partido a uno y se plantaron en su cancha para evitar los ataques de la poderosa Roja. La transmisión televisiva no dejó captar lo sucedía en el palco, cada vez que una acción de juego invitaba a la emoción y siempre Felipe mostró serenidad.
El monarca ibérico compartió las incidencias del juego con el presidente de la Fifa, Gianni Infantino, y el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, que estaba acompañado de su esposa, Svetlana, quien no se amilanó a celebrar como una victoria cuando terminó el tiempo reglamentario y fueron a prórroga. La reina Letizia fue la gran ausente.
Antes del partido, Felipe aprovechó para mantener una breve reunión con Medvédev para atender asuntos de estados. Hasta allí el ambiente era cordial y franco, pues jamás pensó que su selección, campeona del mundo en Sudáfrica 2010, sería eliminada en esta fase.
La diplomacia privó pues el Rey de España felicitó al presidente ruso, Vladimir Putin, por la victoria a través de una llamada telefónica, informó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov a medios de ese país.
Agregó que Putin destacó “la destreza y el alto nivel del equipo español, y al mismo tiempo subrayó que esta vez la táctica utilizada por el director técnico de la selección rusa fue la más adecuada”.
Antes de marcharse de Moscú, Felipe se reunió con jugadores y equipo técnico para expresarle su apoyo: “Su Majestad visitó a los jugadores tras caer en los octavos de final del campeonato del mundo y dedicó palabras de cariño y afecto a los jugadores”, señaló la Real Federación Española de Fútbol en su página web.
En las imágenes se ve a un Felipe sonriente transmitiendo ánimo a los jugadores, quienes en contraste tienen un rostro desencajado. Como buen hincha, seguramente el Rey confía que dentro de cuatro años su amada selección haga historia en Qatar.