Con una actuación central tan dinámica como perversa de Margot Robbie, ‘I Tonya’ se convierte en la película más hilarante de la lista de nominados al Oscar 2018. Y es que durante los 120 minutos que dura la cinta, podemos ver de forma ingeniosa la historia detrás de la polémica rivalidad de Tonya Harding con Nancy Kerrigan , patinadoras olímpicas de los años ochenta.
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Aunque la película no se inclina ante la inocencia o culpabilidad de Harding, es un acierto presentarla como alguien que cree que no existe tal cosa como una verdad (porque todos tenemos nuestra propia verdad, según ella).
El guión propone en varias ocasiones demostrar la terquedad y fuerza de voluntad de Harding para llegar a ser la patinadora más amada de los Estados Unidos porque claro, Tonya es una mujer que siempre tuvo que luchar no sólo por sus sueños, sino contra el abuso de su madre, de su esposo y del escándalo ante la percepción de los medios.
Según la historia, justo antes del Campeonato Nacional que decidiría quién estaría en el equipo olímpico de patinaje sobre hielo, un atacante enmascarado golpea a Nancy Kerrigan en la pierna con un bastón de metal, justo cuando se dirigía a los vestidores. Nadie supo exactamente qué pasó pero su lesión, hizo que todos miraran hacia Harding como posible mente malévola detrás del ataque. El suceso se convirtió en una de las noticias más sensacionalistas en los años 90s y es es ahí donde parte la cinta (que además se recreó a partir de las entrevistas reales que se le hicieron a Harding) .
Sin embargo, como detalla la película, y como Harding sigue afirmando hasta el día de hoy, sólo estuvo enterada de lo sucedido tras el ataque, nunca lo que hubo detrás. Aún así, se declaró culpable en la obstaculización del enjuiciamiento de los atacantes lo cual terminó en una sentencia de tres años de libertad condicional y la expulsión del patinaje artístico de los EE. UU. de forma permanente.
A pesar de que por años, Harding ha sido vista como una white trash (aka basura americana) entre la perfección de Kerrigan y el mundo del patinaje artístico femenino, en la cinta se convierte en una figura que nos da una visión más «empática» de su caída, incluyendo una vista de la toxicidad de su pareja y un error de pensamiento que la llevó a la destrucción de su sueño.
La reputación de Harding nunca se recuperó, pero siempre llegó a romper esquemas en el mundo del patinaje artístico al presentar una imagen diferente a la del resto de las patinadoras que eran altas, elegantes y llenas de gracia. El ser juzgada por los estándares de feminidad de ese entonces también se convirtió en un factor importante en su caída, que incluso años después, ha sido difícil de superar.
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