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La mamá del 10: Lo bueno, lo malo y lo feo

Una historia de lucha con algunos acentos y personajes forzados.

Por Juanita Riveros

El día de ayer se estrenó «La mamá del 10», que reúne muchas de las historias y vivencias de las mujeres humildes que crían a goleadores que luego serán estrellas (de todos los tiempos) en la Selección Colombia. Y aunque muchos acusaron a la novela de «blaixplotation», hay puntos a rescatar. Vimos los siguientes:

Lo bueno: 

-La protagonista. Tina Manotas es una madre coraje, con una dignidad inmensa. El personaje no es melodramático ni sufridor al estilo de Thalía. Karent Hinestroza interpreta a un personaje entrañable, a uno que extrañábamos en una televisión llena de superheroínas increíbles y melodramáticas. Uno se identifica con ella.

-Algunos secundarios: el padre de Tina, el mismo «10» protagonista y Marcela Benjumea son creíbles y bordean muy bien sus papeles. No se ven forzados dentro del cuadro del inquilinato, lo mismo que la pequeña niña que también vive allí.

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-Que muestran la cultura del Pacífico en todo su esplendor. Ajá, dirán, esto es pura conmiseración, pero por primera vez, en Colombia, hay una protagonista afro que no es enemiga de una blanca o necesita de un salvador blanco y que tiene la personalidad suficiente para salirse de algunos estereotipos.

Lo malo: 

-Algunos personajes no cuajan ahí: la rival de Tina, una pelirroja que parece más bien una combinación entre gomela y chirreta con un acento exageradísimo. Esto también aplica para el personaje de «Pola», que no sé qué pitos toca.

-Víctor queda totalmente anulado ante Tina. Es como un pelele que no le hace sombra en actuación a la protagonista.

-Caracol no es muy bueno desarrollando ambientes populares urbanos desde «La Guerra de las Rosas», algunos personajes resultan forzados. Cosa que sí lograron en el Pacífico en esta novela y por ejemplo, en «Las Muñecas de la Mafia».

Lo feo:

  1. El tener esa sensación de que hay mucho personaje que no encaja y menos con un ambiente popular -mil veces más pesado- como es el de Bogotá.

Veredicto: 

La historia promete. Ojalá Caracol no la arruine con capítulos eternos, giros dramáticos inverosímiles y personajes calzados como yogur de piña en lasaña. Ya tuvimos suficiente con una telenovela eterna de nuestra generación de oro (sin desmerecer su calidad y aprovechando el mundial), pero todo se podía contar de manera más concisa.

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