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Cómo RuPaul’s Drag Race me ayudó a sentir orgullosa de ser mujer

Hoy es la final de la novena temporada de un reality que celebra el arte, la moda y lo femenino y que cambió muchas cosas de mí.

Algunos sábados en las tardes, pasando alguna resaca en mis tiempos universitarios, el VH1 era mi copiloto. Quería ver algo liviano que me hiciera olvidar todo lo que tomé la noche anterior.

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Muchas veces iba variando entre el MTV y el canal antes mencionado, entre Jersey Shore, que me ayudaba a no pensar, lo cambiaba al VH1 y a veces encontraba RuPaul’s Drag Race.

Más tarde, precisamente el 2015, con la llegada de Netflix a mi vida, me reencontré con RuPaul y decidí ver la sexta temporada: me reí, disfruté, lloré, tuve rabia, fui feliz. Fueron demasiadas emociones. Una vez se instaló (por algún motivo que desconozco) hablar del reality por redes sociales, se convirtió en un símbolo de identidad millenial, cosa que me cuesta entender.

Pero el asunto es otro. Hay tantas emociones en un solo programa de televisión que probablemente ese sea el motivo detrás del fanatismo: la visibilidad que se le da a las temáticas sexuales, el VIH, trastornos alimenticios, del ánimo, todos los problemas y temas que se hablan entre las participantes. Todo, mientras ves quién es el mejor maquillándose, cosiendo, cantando, bailando, preparando una propuesta completa, teniendo no solo una identidad como personas, si no como performers: artistas de tomo y lomo.

Creo que el efecto que ha tenido en mí ver un reality como éste a través de los años ha sido algo de lo que me he ido dando cuenta de a poco. Hubo un tiempo donde era más descuidada conmigo misma, muchas veces estaba más deprimida de lo normal o simplemente mi vida se sentía muy vacía a ratos. Incluso me daba vergüenza ponerme faldas, me ponía al nivel de mis amigos hombres para sentirme más validada y segura de mí, pero nunca esos intentos me hacían sentir mejor.

Siempre he creído que mientras de mejor ánimo estoy, más me preocupo de mi apariencia, de leer libros que me gustan, de jugar mis videojuegos favoritos: de simplemente ser yo misma.

 

Con los años, ya no me da vergüenza aplicarme un labial color verde, delinearme los ojos hasta no dar más, utilizar un iluminador obsceno o vestirme de una forma que para algunos parece estrafalaria: ver drag queens haciendo lo que aman no solo ha sido una inspiración, ha sido un ejemplo de que no tiene que hacerme sentir mal lucir como me gusta y tener una identidad propia.

Hay áreas del transformismo que exageran los atributos femeninos, y me parece revolucionario y bonito que hombres incluyan en sus performances, en especial en las que son inspiradas por la lucha LGBT+, lo que entiende la sociedad por ser mujer. Gracias por hacerme sentir orgullo, de mí y de lo que cada drag hace.

Mama Ru, gracias. Shantay, you stay.

En la final de la novena temporada ¿Qué team eres? Lo que es yo: #TeamSasha.

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