Espectáculos

Con estos simples hábitos no subirás ni un kilo en invierno ¡y podrás comer sopaipillas!

A medida que las temperaturas descienden, los típicos puestos de sopaipillas aparecen en las calles. Mañana a mañana se llenan de personas ansiosas para comprar una, dos o más de estas masas de zapallo fritas para tomar desayuno y combatir el frío acompañadas por un café caliente. Sabrosas, calientes y crujientes estos pequeños gustos, o hábitos culturales, pueden hacer que las personas ganen 2 o 3 kilos, como mínimo, durante el invierno si se comen en exceso.

Uno de las grandes creencias del invierno es: comer más para tener menos frío. Paula García, nutricionista y docente de la Facultad de Nutrición y dietética de la Universidad San Sebastián (USS), explica que esto no es más que un mito porque «los requerimientos nutricionales son los mismos que los del verano. Metabólicamente no hay un gran cambio, lo que puede variar es la actividad física que es más frecuente en verano».

La nutricionista agrega que este no es el único mito del invierno, también existe la creencia de que hay que comer menos frutas y verduras debido a las bajas temperaturas. «Esto es falso porque el hecho de consumir este tipo de alimentos es beneficioso. Activan el metabolismo, mantienen las defensas altas y te protegen de las enfermedades en invierno», explica Paula García y agrega que en vez de consumirse como ensaladas pueden prepararse en forma de cremas y sopas para aumentar el calor corporal.

Recomendados

«En invierno uno necesita comidas más calientes, probablemente sopas, pero siempre y cuando ese tipo de alimentación cumpla con las calorías que uno requiere», explica la nutricionista y docente de la Facultad de Nutrición y Dietética UUS, Francisca Peña. Ambas nutricionistas coinciden en que la dieta no debería variar durante esta época del año y por lo tanto tampoco debería haber un aumento de peso durante estas fechas.
Vitamina C y calorías

Durante el invierno el consumo de jugo de naranja u otros cítricos aumente, con el fin de prevenir las enfermedades respiratorias. Paula García explica que la vitamina C «fortalece el sistema inmunológico y previene los resfriados, pero si tengo una dieta equilibrada y que aporte la cantidad necesaria de esta vitamina debería tener una buena salud durante todo el año». Francisca Peña, por otro lado comenta que sólo una naranja basta para cubrir la necesidad de vitamina C del organismo por lo que un consumo excesivo es perjudicial. La nutricionista explica que «hay gente que prepara el jugo con 5 naranjas. Eso es equivale a comer 2 o 3 sopaipillas».

La cantidad de agua que se bebe en invierno tampoco debería variar. La recomendación es la misma que durante el verano: tomar entre 5 y 8 vasos al día, lo que equivale entre 2 a 3 litros. Paula García explica «esta cantidad puede aumentar si es que la persona tiene un resfrío u otro cuadro viral porque el agua ayuda a eliminar deshechos, mantenernos hidratados y regular la temperatura».

Pero para la docente la alimentación en Chile debería enfocarse a prevenir las enfermedades que son más comunes en el país: las patologías cardíacas. «Considerando la epidemiología nacional deberíamos tener una dieta cardio-protectora durante todo el año, como frutas y verduras para tener un alto contenido de fibra y ácidos grasos como el omega 3 que ayudan a reducir el colesterol, los triglicéridos y tienen un efecto protector en el corazón», recomienda Paula García.
Sopaipillas un asunto cultural

«Las sopaipillas en el fondo son algo cultural ya que llueve y uno las come, incluso ahora se volvió algo de todo el año» comenta Francisca Peña. Las nutricionistas explican que el problema no es comer una o dos sopaipillas, si no que los otros alimentos que se consumen durante el día. «Si tú comes 100 calorías extras en un año, lo que equivale a una sopaipilla diaria, vas a subir 5 kilos.» explica Paula García.

Para Francisca Peña los mitos y costumbres alimenticias de invierno están arraigados en la cultura chilena y la solución es la educación. «Las campañas educativas deberían ser mucho más agresivas. La educación alimenticia en los colegios es muy escazas. No hay nutricionistas en las escuelas que supervisen la alimentación que se entrega y cómo se educa a los niños en esta área», sostiene la nutricionista.

Tags

Lo Último


Te recomendamos