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Graciela Iturbide: contemplación e interpretación poética [Musas]

Una de las fotógrafas mexicanas más influyentes, y discípula del gran Manuel Álvarez Bravo, ha sido homenajeada recientemente por sus 45 años de trayectoria.

Nacida en 1942 en la ciudad de México, la joven Graciela ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM movida por la inquietud de convertirse en directora de cine. Pero un acontecimiento hizo cambiar sus aspiraciones sobre la imagen en movimiento para dedicarse por completo a la fija: ser la asistente de Manuel Álvarez Bravo, uno de los fotógrafos más trascendentes del siglo pasado.

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Formarse como discípula de Álvarez Bravo la llevó a dominar todo el proceso analógico desde la obtención hasta el revelado, absorbiendo de primera mano la disciplina de la creación de imágenes al acompañarlo a través del territorio mexicano. Si bien heredó valores de su mentor, tan pronto terminó su tiempo con él, Graciela logró concretar un estilo propio.

A finales de los 70’s la fotógrafa recibió la encomienda de retratar la población indígena de los seris en Sonora y posteriormente fue invitada a hacer lo mismo en el pueblo de Juchitán en Oaxaca, donde las mujeres son el tema crucial. Las fotografías que resultaron de ambos trabajos se han convertido en símbolos culmines tanto de su obra como del imaginario mexicano.

Destacan también entre sus colecciones una serie realizada en el baño de Frida Kahlo y otra muy interesante que consiste en paisajes y pájaros en parvadas; cabe mencionar que las aves se han convertido en objetivos recurrentes en sus fotografías.

Lo que distingue a Graciela Iturbide es su excelencia no solo en la ejecución sino en la contemplación de las personas y las culturas que retrata. Sus proyectos pueden llevarle hasta diez años de realización, la paciencia con que los construye a veces contradice los procedimientos teóricos que dan gran prioridad a los instantes decisivos.

La brillante fotógrafa se sumerge en la comprensión de sus motivos. Una vez efectuada su interpretación de la realidad se vuelve partícipe en las escenas, porque llega a un conocimiento pleno de lo que su lente capta. Su involucramiento la hace compartir un espacio invisible pero perceptible en las composiciones, en los gestos y la acción del retratado, haciendo fácil de advertir la complicidad entre ellos.

A 45 años de distancia, Graciela Iturbide ha recibido numerosos e importantísimos premios como el Hasselblad en el 2008 y otros tantos en México, Japón y en países europeos. Ha recibido el título Doctor honoris causa en Fotografía en las Universidades de Chicago y San Francisco. Su obra ha sido expuesta individualmente en museos como Centre Pompidou y el Paul Getty Museum.

Hace pocos días recibió la Medalla Bellas Artes 2014 por el Instituto Nacional de Bellas Artes, y su obra Naturata es actualmente expuesta al público en el Museo de San Carlos en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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