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Las personas cuando comienzan a sentirse enamoradas, pasan por un primer periodo que es el enamoramiento. Están muy interesadas en saber del otro, piensan todo el día en esa persona, andan distraídas de sus tareas regulares, más proactivas y se vislumbra una energía diferente en ellas.
La psicóloga de Clínica Vespucio, Jessica Piña, explica que en el comienzo del proceso empiezan a necesitar estar y hablar con la otra persona, saber que hacen y como están, se vuelven a veces un poco románticas, pero en el sentido alegre. «Sienten que todo está bien y el ánimo se mantiene arriba y estable».
La especialista afirma que el amor está compuesto por distintas etapas. «La primera es el enamoramiento, en donde todo es maravilloso y todo está bien. Luego, se vuelve importante el compartir con el otro, pero también el delimitar tiempos y espacios. Tras lo anterior, puede ocurrir un fenómeno de estancamiento, en donde hay situaciones que se pueden volver rutinarias».
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Cada persona puede sentir de manera diferente. Sin embargo, hay sensaciones recurrentes que describe la mayoría de la gente, como la sensación de sentirse importante para alguien, de sentir que ese alguien piensa mucho en ellos, así como ellos en esa persona, hay ganas de estar con el otro. Se sienten más seguros, tranquilos, andan de muy buen ánimo, más positivos y se pierde la sensación de vacío.
«Hay sensaciones que se relacionan con otras áreas de la personalidad y estilos de vida, por ejemplo, pueden sentir que ambos tienen los mismos gustos en la música, comidas, etc. Es esa sensación de verse reflejado en el otro», afirma la psicóloga.
Suele ocurrir que las personas, al sentirse enamoradas en la primera etapa, están tan pendientes del otro que dejan de lado, por momentos, cosas que regularmente no olvidarían. Es un periodo en el que el individuo suele centrarse en un sólo aspecto de la vida, aunque sabe que debe funcionar en los demás.
También ocurre en la primera etapa, la prerrogativa de que «nos estamos conociendo», lo que concibe que obviemos cosas o reacciones que en otro momento nos molestarían, o que sabemos que nos fastidian, creyendo que se trata sólo de un momento. Se justifican las acciones y se tiende a ver sólo lo bueno que nos refleja el otro en nosotros mismos. «Es parte de lo que llamamos aceptación por el otro, de cómo es el otro. Esto en el fondo no es aceptación, sino que se dejan pasar algunas cosas en pro de todo lo bueno que nos brinda esa persona», argumenta la especialista.
¿Amor u obsesión?
Obsesionarse con el otro señalando que se trata de amor, cuando todo lo que el otro hace nos interesa al extremo de no poder realizar ninguna otra actividad, también cuando queremos que el otro esté reportándose constantemente o diciendo todo lo que hace, estamos frente a una obsesión. Esto suele ser gatillado por que la pareja cambie de opinión o se sienta atraída por alguien más, conductas que vienen desde el miedo y la inseguridad.
La psicóloga de Clínica Vespucio, explica que este tipo de conductas se pueden trabajar, teniendo claro siempre que la pareja es un complemento, no una extensión de uno mismo.
«La pareja o el ser amado no siempre va a actuar como uno lo haría, porque no es exactamente como tú, es diferente, y en esas diferencias es donde nació el amor, donde se sintió el complemento. Por eso, en terapia de parejas muchos casos han demostrado que eso que alguna vez los unió, es lo mismo que finalmente los separa. Es importante que al estar en pareja, si hay amor, se conversen y trabajen los aspectos que puedan llevar a obsesiones, miedos y problemas irreconciliables. El amor es una energía, que no se crea ni se destruye, sólo cambia», finaliza la especialista.
