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Lee Miller, una musa detrás y delante de las cámaras

Un viaje desde su tribuna en las portadas de Vogue hasta las trincheras de una guerra que se desarrollaba tanto en París como en su interior.

Elizabeth Miller falleció a los 19 años, en Nueva York, cuando encontró a Condé Nast (fundador de la revista Vogue) en su camino. Ese día, la que fuera modelo recurrente de su padre en sus fotografías de desnudos, se convirtió en Lee: modelo, musa y fotógrafa.

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Desde ahí comenzaría a coleccionar corazones. En Vogue no sólo Nast la descubrió, sino que llegó a convertirse en una de las modelos más cotizadas en todo Nueva York e innegable favorita de Edward Steichen. De la mano de él alcanzaría la gloria y también el fin de su carrera, ya que tras una controvertida campaña para Kotex (primer anuncio de compresas que se había realizado jamás) dejó la industria de la moda, pero no abandonó a las cámaras.

Tras el incidente Lee tomó rumbo a París, hasta la casa de Man Ray, para volverse su aprendiz. Aunque éste se mostró reticente al principio Miller se ganó un lugar en su estudio y también en su cama. En ciertos periodos incluso llegó a realizar encargos de fotógrafo en la industria de la moda para que éste pudiese enfocarse en su pintura.

En el taller de Man Ray Lee Miller conoció de técnicas y del mundo surrealista. Se le atribuye el descubrimiento de la “solarización”, por la que Ray sería tan alabado, producida por un error de la musa. Ahí conoció además a Pablo Picasso, quien la haría protagonista de cinco retratos, Marx Ernst, Paul Éluard y Jean Cocteau, con quien incursionaría en el cine al hacer de una estatua en “La Sangre de un Poeta”.

Tras romper con Man Ray y el surrealismo, volvió a su ciudad natal y estableció un estudio. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que volvió a París, esta vez casada con el egipcio Aziz Eloui Bey. En el regresó conoció al crítico y coleccionista Roland Penrose (su segundo marido, y el más estable). Desde ahí recorrería Francia con su cámara en las filas del London War Corresponsal Corp, sirviendo de corresponsal para Vogue.

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En sus fotografías Lee Miller logró plasmar los efectos de la guerra de Alsacia, el horror de los campos de concentración y el impacto de la liberación de París. Ella misma se liberó de su formación surrealista y logró la madurez al plasmar los embates de la Segunda Guerra Mundial.

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Lee Miller bajó de su pedestal como modelo y se inmiscuyó en el tránsito de la historia. En el camino su influencia alcanzó la obra de Man Ray, Picasso, Cocteau e incluso de René Magritte, que se inspiró en la fotografía Retrato del Espacio para crear su obra El Beso. Una mujer marcada por la fotografía y la violencia intrínseca que se desprende de ésta.

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