Sabemos desde hace mucho tiempo que Barbie está muy lejos de parecerse a una mujer de verdad: sus caderas son imposiblemente angostas, sus senos, demasiado alargados y su cintura, diminuta. Su piel no tiene imperfecciones y su cuerpo entero es de plástico.
Con la intención de recordarles a las mujeres que no están hechas de plástico, la fotógrafa Sheila Pree Bright decidió yuxtaponer los rostros y los cuerpos de las mujeres negras estadounidenses con los rostros y los cuerpos de las muñecas.
El nombre de la serie es “Plastic Bodies” y forma parte de una exposición itinerante llamada “Posing Beauty in African American Culture”. Las fotos retratan la compleja relación entre las mujeres negras y los estándares de la belleza blanca, por lo que combinan imágenes de mujeres reales en comparación con muñecas Barbie.
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La fotógrafa explica su proyecto al Huffington Post:
Nuestro concepto de “el cuerpo femenino perfecto” está claramente influido por lo comercial: la imagen lo es todo y estamos dispuestos a gastar cientos de dólares en imitar las tendencias. Los implantes de silicón son más comunes que nunca antes, lo mismo que las extensiones sintéticas en el pelo, las uñas de acrílico o los lentes de contacto de color.
¿Cómo se vería Barbie si tuviera rastas en el pelo, un tatuaje en la espalda baja, un piercing en el ombligo, un abdomen un poco más cercano a la realidad, los dientes disparejos o unos senos más normales? Y, sobre todo, ¿cómo se verían esos detalles en el conjunto de un cuerpo “perfecto”?
Algunas de estas fotos resultan grotescas, porque es ese el efecto que se logra mediante el contraste. La propuesta de la fotógrafa me queda clarísima: el estereotipo de belleza es desgastante en tanto inalcanzable.
Las muñecas nunca se han parecido a las mujeres de verdad: piensen en las muñecas del siglo XIX. La diferencia, eso sí, es que las niñas de entonces no se obsesionaban con parecerse a su muñeca.