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¿Sabes de qué manera lo que comes influye en tus emociones?

“Que el alimento sea tu cura y tu cura, tu alimento”. La frase de Hipócrates de Cos (Grecia, siglo V A.c. – Siglo IV A.c.), médico de la Antigua Grecia y que es considerado como el padre de la medicina, refleja la relación inseparable entre los alimentos que consumimos y nuestras emociones o estados anímicos.

 

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Rocío Úbeda Greig, psicóloga y académica de la cátedra de Salud Mental del instituto profesional AIEP, explica que la relación entre la alimentación y las emociones está científicamente comprobada, sobre todo en cuanto al efecto hormonal.

Es así como, desde los inicios de la medicina como la conocemos actualmente, se ha pensado que hay alimentos que tienen propiedades que pueden ayudar a las personas a recobrar la salud. Sin embargo, no basta solamente con saber qué podemos consumir para ayudar a nuestro organismo a mejorar su estado, ya que este consumo, según Úbeda, debe ir necesariamente acompañado de un ambiente apropiado, tomando un tiempo prudente y, especialmente, «la actitud y el significado que le damos al alimento».

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«EFECTO PLACEBO» Y «ROLES DE PODER»

Lo anterior ya que, actos tan cotidianos como sentarse en una mesa a almorzar o cenar, hacerlo en familia, no comer apurado, estresado y enfocarse en el hecho de consumir el alimento, marcan la diferencia en la forma en que se asimila la comida.

Parte de ello también se relaciona con el «efecto placebo» que producen ciertos alimentos, es decir, la disposición de la persona hacia el alimento que consume, pues si ésta cree que el consumo de determinado alimento puede aportarle buenos nutrientes, sanar algún padecimiento y dicho consumo se hace de manera ordenada y responsable, es muy probable que note ciertos cambios positivos y, efectivamente, aumente su sensación de bienestar.

Úbeda explica que una forma sencilla de entender la relación entre alimentación y emociones es considerar los «roles de poder» que se dan en torno a la comida. Por ejemplo, no es casualidad que, si un niño pequeño enojado quiere que su madre le preste atención, lo primero que hace es no comer el alimento que se le sirve.

Aquello permite demostrar el componente emocional que prima en la manera en la cual se percibe la alimentación y cómo esta genera vínculos tan básicos como el de madre e hijo: «si la madre le sirve los alimentos a su hijo y éste lo asimila de buena forma, genera una mejor disposición, que tiene que ver con los afectos. Por eso una madre nunca debe usar de castigo el quitarle los alimentos a un hijo, sino que tiene que usar otras reglas».

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