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El boom de la literatura erótica: lo que hay más allá de las 50 sombras de Grey

La onda expansiva de “Cincuenta sombras de Grey”, unido a la necesidad de captar nuevos lectores y vender libros, pero fundamentalmente la facilidad que ha dado internet a la hora de acceder a cualquier tipo de información de alto contenido sexual ha hecho que esas barreras se hayan derribado

 

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Erika Leonard abrió la espita de la literatura erótica con sus «Cincuenta sombras de Grey» y ahora ese grifo no para de manar, extendiendo sus redes hacia el mundo juvenil, en el que ya triunfan novelas como «El chico malo» y «Si fueras mío», de las que se han vendido 300.000 ejemplares en EE. UU.

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La literatura erótica se reinventa para llegar, también, al público adolescente, ávido de nuevas sensaciones y formas de lectura en un momento en el que los jóvenes, hastiados de tanta crisis y ausencia de perspectivas de futuro, buscan vías de escape.

 

Ha sido precisamente la crisis y el brusco descenso en las ventas de libros lo que ha llevado a las editoriales a otear nuevos horizontes y poner sus ojos en lo poco que actualmente triunfa, y los vicios ocultos de los protagonistas de «Cincuenta sombras de Grey» lo hacen y mucho, y sus resultados en ventas son demasiado golosos como para dejarlos escapar.

 

En ese marco, «El chico malo», de la joven escritora de ficción romántica Abbi Glines (Birmingham, Alabama, 1977) figura en el Top Ten de los libros juveniles más vendidos de «Amazon», con un tórrido romance adolescente, protagonizado por la buena de Ashton y el típico chico malo, Beau Vincent.

 

Aunque se parte de la tradicional historia de amor entre adolescentes, este nuevo «boom» literario va un paso más allá, y entra en una frontera en la que antaño las editoriales temían entrar por no suscitar controversia y ser acusadas de demasiado atrevidas en las escenas eróticas y sensuales destinadas a un público no adulto.

 

SIN BARRERAS.

La onda expansiva de «Cincuenta sombras de Grey», unido a la necesidad de captar nuevos lectores y vender libros, pero fundamentalmente la facilidad que ha dado internet a la hora de acceder a cualquier tipo de información de alto contenido sexual ha hecho que esas barreras se hayan derribado, y las editoriales se han lanzado sin dudarlo al mercado del sexo literario.

 

En «El chico malo» abundan las escenas tórridas entre sus dos protagonistas, antiguos amigos de la infancia, retratadas por su autora con un lenguaje fresco y directo, con el que Glines consigue empatizar con los jóvenes, hablando «en su idioma» y de las cosas que les preocupan y que les suceden, como unos padres demasiado estrictos, las peleas en el instituto, los exámenes y cómo no, el amor y el sexo.

 

«Si fueras mío», continuación del anterior, en el que Lana, la prima de Asthon, una muchacha tímida y dulce, atrapa con su atractivo juego de seducción a Sawyer, con el corazón roto tras perder a su ex novia -Asthon- y a su mejor amigo, Beau Vincent, en unos encuentros de los que acaban saliendo chispas.

 

En España, dónde este fenómeno es relativamente nuevo, se acaba de publicar «París, luna roja», una novela de la escritora asturiana Blanca Álvarez, quien recuerda, en una entrevista con Efe, que empezó en el mundo de la literatura ganando el primer Premio Internacional de Poesía Erótica Cálamo, en la década de los ochenta.

 

«La literatura erótica es algo que me ha preocupado y me ha interesado desde siempre», asegura la autora, quien explica que en «París, luna roja» (Destino) se planteó hacer «un cuento al revés», en el que el guapísimo «a reventar» es el chico, Dámaso, y la chica juega con la «desventaja» de no ser «la belleza oficial» que incluso tiene, por su origen oriental, los ojos estrábicos.

 

Aunque Blanca Álvarez (Coaña, Asturias, 1957) admite que en la novela hay «tres o cuatro» escenas explícitas de sexo, asegura que las mismas están «poéticamente relatadas», entre otras cosas -añade- porque el sexo para ella es «poético», aunque advierte que lo leyó una alumna suya y le dijo se había quedado con ganas de encontrar un hombre así, a lo que ella le contestó que «quizás no los haya».

Fuente: EFE

 

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