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¿Eres una? El perfil de las chilenas adictas a las pastillas para dormir

Llegada la noche, muchas no pueden conciliar el sueño si no es con la ayuda de una mágica pildorita para dormir… ¿Chilenas adictas?

 

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Por Karen Uribarri Guzmán.

Maca (nos reservaremos su apellido, a petición de la entrevistada), 40 años, separada, con depresión endógena, usa pastillas para dormir hace 10 años. Pero «por épocas», me advierte. «En un comienzo fue por S.O.S pero desde hace 4 años, debido a diferentes situaciones personales, cesantía, problemas económicos y, en especial, la relación con una persona que dejé hace 2 años, me llevaron a usarlas muy seguido», cuenta.

Se levanta, y ya al mediodía toma 1mg de Ravotril®; en la noche, otro más. Junto a esto usa Quetiapina de 25mg, aunque dice que éste la deja como «atontada» al día siguiente. ¿Le hacen efecto? «Sí, logré dormirme y sentirme bien al día siguiente», cuenta.

Sin embargo, Maca, a diferencia de nuestra segunda entrevistada, acude al médico con frecuencia y mantiene la misma dosis inicial. No se sale de lo indicado por su doctor de cabecera, y es rigurosa en su tratamiento. Ana García, en cambio, se confiesa «adicta al Alprazolam por culpa de su pareja». «Jamás pude soportar su infidelidad, y menos que su amante me hiciera la vida imposible. Por ellos tuve que renunciar a mi trabajo», recuerda. Partió tomando media pastilla al día para dormir y pasar así la angustia que sentía. Pero entró a una depresión mayor. Nunca siguió un tratamiento y cuando los problemas con su pareja aumentaban, llegó a tomarse dos píldoras diarias. «Sólo quería dormir y no despertar». Curiosamente confiesa que ya no la toma por depresión ni ansiedad, sino que sólo por sentirse dopada, insensible, indolora. «No sé cómo dejar la pastilla», afirma cabizbaja.

Connie es su amiga y también toma diariamente 0,5 de Alprazolam, hace ya 6 años. «La tomo al llegar del trabajo porque me quita la ansiedad y me da la tranquilidad que tanto deseo», dice. Y así duerme «en paz», como ella describe.

De que los vicios femeninos son clandestinos y silenciosos, de eso no cabe duda. Y, además, tendemos a imitar conductas que llevan nuestras amigas para estar en sintonía. «Si a ella le resultó, a mí también», es el pensamiento lineal que hacemos del tema. Y si bien no existen estadísticas claras en relación al consumo de pastillas para dormir en las mujeres de nuestro país, los especialistas se aventuran a decir que cerca de un 30% tiene problemas con la adicción a algún fármaco. Y de acuerdo a un estudio del 2010 de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño, cerca de un 7% de la población consume pastillas para dormir.

Asimismo, se afirma que las mujeres más expuestas al uso extensivo y desenfrenado de psicotrópicos son aquellas entre los 20 y 30 años de edad, y de nivel socioeconómico medio-alto. Además tienen características de autoexigentes (quieren ser siempre perfectas), tienen baja autoestima, y sufren de deficiencias en la formación de su identidad. Ese es el grupo más tendiente a automedicarse y a no reconocer el problema como tal. La sigue la mujer que ha debido quedarse en casa obligadamente, que se siente mutilada en sus aspiraciones y deseos. Y el tercer grupo es aquella mujer fuertemente presionada por su multiplicidad de roles, entre 35 y 55 años. Ellas son de alto riesgo a la adicción de tranquilizantes e hipnóticos, en forma simultánea.

Y es que si ya mentimos cuando decimos cuánto bebemos o cuánto fumamos, cuando se trata de pastillas para dormir, ansiolíticos, relajantes y este tipo de medicamentos, el encubrimiento es descarado.

 

Sigue en página 2… 

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