Espectáculos

Edmundo y Yingo, mala combinación

¿Cómo se explica que a Edmundo Varas nadie lo odie y casi nadie lo desprecie? En Belelú le tenemos una respuesta. No es LA respuesta sino una de las 500.000 respuestas que se le pueden dar a una pregunta weona.

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En una manada de leones, un macho que amenace la supremacía del macho dominante es un problema: uno de los dos terminará muerto. En una manada de búfalos, un macho viejo y enfermo es un factor de riesgo que perjudica la movilidad de la manada en general. En otras palabras, en el reino animal un macho, tanto si es mejor que tú, igual que tú o peor que tú es un problema y a la primera oportunidad mejor echarlo y quedarse con todas las hembras.

El ser humano, en cambio, se mide con otra regla: los que son medio patéticos no te despiertan el instinto asesino porque su condición ayuda a legitimar que tú no eres tan patético. A su lado pareces exitoso y hasta puedes acumular karma ayudándolo. Pensamos que por eso nadie odia a Edmundo, porque aunque logre un contrato millonario en TV y se forre de lucas sin haberle ganado a nadie igual sigue siendo medio patético. No es mala gente pero es medio chillón, sufrido, inseguro, siempre anda dando bote como bolita de pinball y hasta cuando le va bien algo le sale mal. Uno no odia a alguien asi sino que solidariza con él.

En realidad no nos quita el sueño saber qué tiene Edmundo que todos lo quieren o compadecen, pero era necesario pensar un poco en eso antes de plantear lo que en verdad me preocupa: Yingo le causará la muerte a Edmundito.

Pensemos lo siguiente: en 1810 Edmundo figuraba rodeado de mujeres, en un ambiente ideal para las caminatas melancólicas, el joteo interclases y el arte de la elongación testicular (tirarse las bolas), tres cosas que Edmundo domina holgadamente. Pero, a diferencia de Amor Ciego, acá contaba con un sueldo que según se dice bordeaba los 3 millones.

Recapitulemos: estando aislado del mundanal ruido, ganando 3 millones de pesos, enfrenta el rumor (no confirmado) de que su polola atinó con alguien más en una discoteque en donde alguien más la vio.

Si eso bastó para derrumbar el mundo de Edmundo (“El Mundo de Edmundo” da para título de documental) imaginen la implicancia de la entrada de Francoise Perrot a Yingo en donde día por medio tiene que besuquearse con alguno de los indeseables del programa como parte del trabajo.

Comparemos: si los tres millones de sueldo en 1810 no le impidieron mandar todo a la mierda, ahora que no recibe sueldo nada limita su capacidad de pastelearse.

Comparemos más: si un rumor de algo ocurrido en un local entre cuatro paredes bastó para destruirlo, calculen lo que le produce una realidad, frente a todo chile, tan innegable como lo que ocurre en pantalla, en donde su novia se da de piquitos con los galanes de Yingo.

…y cuando decimos piquito no son los castos topones de Carolina Mestrovic que no necesita sudar mucho para tener la pega segura. Hablamos de una ex bailarina de Mekano que está dispuesta a aplicar beso con lengua con tal de reverdecer laureles.

¿Todavía nadie lo entiende? Poner a la polola de Edmundo en Yingo es como mandar un hemofílico a un Royal Rumble. Es como meter a Maradona de agente encubierto para desbaratar un cartel de droga. Es como hacer un martini de nitroglicerina. Es como tomar vino y comer sandía al mismo tiempo.

Hay cosas que no hay que juntar porque explotan, o alguien muere o ambas cosas. Esto va a terminar mal y Edmundo todavía está lejos de tocar fondo. Son los primeros avisos de algo que se tornará peor. Espérense no más.

Pre Epílogo


Este es un pre epílogo porque me temo que el epílogo nos tocará escribirlo cuando Edmundo realmente se suicide o se vaya preso o mate a alguien. De la misma manera siento que habrá muchos pre epilogos y todos en la forma de un producto derivado. Si el producto primario es la pena de Edmundo, el derivado es la abuelita hablando de Edmundo en un matinal, y luego el programa de farándula matutno entrevistando a la vecina que opina sobre la abuelita, y luego el programa de farándula de la tarde hablando sobre la vecina… siempre se puede regurgitar el alimento ya mil veces digerido, esa es la magia de la TV.

Me tocó ver a Francoise juzgando a Mariana y censurando que se paseara de la mano con Edmundito por 1810 (pero si eso fue hace dos siglos, get over it!) y se escondieran juntos bajo las sábanas sebientas y duras de piñén.

Me tocó ver a Felix Soumastre (a.k.a. conchesumastre) fuera de personaje y diciendo algo bien cierto. Que en los últimos pastelazos de Edmundo el denominador común es Francoise.

Me tocó ver a Iván Cabrera desmintiendo un romance que nunca tuvo con Francoise, me tocó ver a Fran García Huidobro haciendo causa común con todos en un momento y al momento siguiente con los otros.

En resumen: me tocó ver a cada uno de ellos usufructuando de que conocen a Edmundo, o conocen a alguien que conoce a Edmundo, o le pusieron el gorro a Edmundo, o ayudaron a Edmundo a ponerle el gorro a la polola, o se comieron a la polola de Edmundo o entrevistó a cualquiera de los anteriores. Ah y no olvidemos la relación de Soumastre que consistió en un casi aplauso en la cara (tranquilo papá) y en prestarle a su hermano como abogado defensor.

Ahora la pregunta es: todos ellos están usufructuando de Edmundo o Edmundo es más pillo y tiene a todos hablando de él sin siquiera aparecerse en el programa?

Me encantaría pensar que Edmundo se está riendo de todos porque -tal como dije al principio- uno solidariza con él. Qué rico sería que al final de la historia Edmundo pudiera decirle a todos: “me los cagué”. Pero eso es lo que se dice “to pull a Gemita Bueno” y todos sabemos cómo terminó Gemita Bueno.

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