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Está bien no querer una vida rosa pastel

Porque el paraíso de unos puede ser el infierno de otros.

Despiertas una mañana y no reconoces nada a tu alrededor. Hay un hombre moderadamente guapo durmiendo junto a ti en una habitación bastante ordenada, con la luz y temperatura perfectas. Un poco desorientada, te levantas despacito de la cama, para no despertarlo, y caminas lentamente hacia la puerta.

Sales al pasillo y te topas a un perro que te mueve la cola con tal emoción que te hace pensar que definitivamente te conoce o no ha visto a un ser humano en meses. Una puerta entreabierta llama tu atención. Decides descubrir qué hay detrás.

La decoración infantil, los juguetes en el estante y el adorno colgando del techo sobre una cuna te dice, antes de que te asomes para comprobarlo, que ahí hay un bebé durmiendo. Seguro despertaste en la casa de alguien más y salir de aquí discretamente no va a ser nada fácil.

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Antes de que te des cuenta, el misterioso hombre ya se encuentra atrás de ti y te pasa la mano por la cintura para luego darte un beso en la mejilla y decirte “Buenos días, mi amor”.

Ésta eres tú y ésta es la vida que estás soñando… ¿o tal vez estás teniendo una pesadilla?

Te lo preguntas porque antes de haber disfrutado cada instante de tu andar onírico, te la pasaste tratando de descifrar cómo podrías haber llegado ahí y de quién era esa vida de catálogo que te parecía tan ajena. No se te ocurrió pensar que, aunque estuvieras soñando, ese lugar era tuyo. No. Tu primer pensamiento es que alguien debió equivocarse y te colocaron en el lugar menos adecuado

¿Por qué no pudiste haber soñado que pasabas una semana en un velero en el mediterráneo comiendo naranjas frescas con un guapo hombre griego? ¿Por qué no un poquito más de Robert Downey Jr. y olor a coco y menos aceite Mennen y rutina cotidiana? ¿Y el departamento en un vigésimo sexto piso en un edificio en Nueva York? ¿Qué tal un perpetuo viaje mochilero por Europa?

Está bien no querer una vida rosa pastel, esa que viven las princesas de los cuentos de Disney después de los créditos finales. Se vale decir que lo que muchos otros sueñan no es lo tuyo. Sin atacar, sin menospreciar; pero ejerciendo el derecho a decir “No, gracias” antes de que un día te levantes y esta de verdad sea tu vida y te des cuenta de que no es lo quieres. Y sientas que es demasiado tarde. Y entonces sí, se vuelva todo una pesadilla.

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