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México: Un aplauso para los maestros que lo merecen

Porque un maestro es alguien a quien se admira dentro y fuera del aula

A lo largo de la vida nos topamos con mucha clase de maestros y todos nos enseñan algo diferente, de una buena o mala manera. Cuando somos pequeños, las maestras de preescolar son lo más parecido a tener una mamá fuera de casa porque son las que te consuelan cuando te sientes triste, las que te soban las rodillas cuando te caes y las que tienen más paciencia para enseñarte a pintar dentro de las líneas.

Lo mismo pasa con la mayoría de las y los maestros en la primaria; el contacto con ellos es muchas veces mucho más de lo que tenemos con nuestros papás. Con estos maestros y maestras descubres lo difícil que puede ser concentrarse para un examen de geografía, lo duro de no ser aceptada en un grupito de amigas y también son los primeros adultos que realmente escuchan lo que tienes que decir.

Por eso no se me hace nada raro recordar que a veces, sin querer,  levantaba la mano y se me escapaba un sincero “¡Mamá!” cuando quería llamar a la maestra.

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Mis maestras de la primaria fueron las primeras que cuestionaron por qué escribía con plumas de diferentes colores, me preguntaban de dónde sacaba ideas tan locas y lejos de decirme que estaba mal cuando algo no me parecía, me hacían defender mi punto de vista. Tampoco fueron todas perfectas, hubieron varias que desafiaban toda lógica posible pero también es bueno encontrarse con ese tipo de personas. Crecer y aprender a tolerar las diferencias; dejar de ser una niña que le sacaba la lengua a lo que no le parecía.

Durante mi adolescencia encontré maestras que se volvieron amigas cercanas y ejemplos de vida. Una de ellas decidió dedicarle su vida a la religión, otra de ellas es el ejemplo de sabiduría no solo por la cantidad de conocimiento sino por la manera en que uno debe de usar lo poco o mucho que tiene. Otras simplemente se volvieron ejemplos explícitos de cómo no me gustaría ser jamás, como maestra o como profesional, pero hasta eso tiene una enseñanza.

La Universidad fue un mundo totalmente diferente; y mientras son muy pocas las cosas positivas que puedo rescatar de los años universitarios, me quedó clara una cosa por fin: Un maestro no es aquel que tiene más conocimiento que tú ni lo más cercano a Wikipedia con pulso. Un maestro es una persona ejemplar tanto dentro como fuera del aula. Un maestro sabe reconocer hasta dónde llega su conocimiento e impulsa a sus alumnos para que se superen a sí mismos (y a ellos también).

Por eso es importante, para todos los que son maestros y profesores, tener en cuenta que hay alguien que los mira con admiración y que tienen la oportunidad de hacer que esa admiración y cariño se multiplique junto con el crecimiento profesional. Y también depende de ellos que sea todo lo contrario.

Me hace muy feliz pensar en todos los buenos (y malos) maestros con los que me ha tocado estar. Y espero que si algún día llego a ser maestra, algo que realmente me gustaría hacer, pueda llevar a la práctica todas las actitudes maravillosas que tuvieron los maestros que hoy por hoy, admiro profundamente.

Solo me resta darle las gracias y un aplauso muy fuerte a las maestras y maestros en su día; y gracias por todo. 

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