La convocatoria a la Reina de Quito 2025 ya se vive con emoción en la capital. Pero esta elección no es un desfile más: desde 2019, se mantiene una tradición con enfoque social, en donde la reina es una joven solidaria, empática y lideresa por un año completo entregada al voluntariado. Las inscripciones van del 1 de septiembre al 3 de octubre de 2025. Cada candidata debe presentar un proyecto social para ejecutar durante su reinado, relacionado con temas urgentes como inclusión, medioambiente, educación o derechos.
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Pero ¿cómo se compara este formato con otros concursos? Te llevamos en un viaje por cena, tradición y altura… coronas incluidas.
Quito: la corona que abraza a la ciudad
Aquí, la reina no solo ilumina una pasarela, sino que se convierte en embajadora del servicio social todo un año. Desde apoyar el centro terapéutico para niños y jóvenes con síndrome de Down, hasta impulsar campañas de concientización ciudadana, su rol va mucho más allá de portar una banda y una corona.
Es un certamen que apuesta por el corazón antes que el glamour, y una oportunidad para que una joven quiteña se inspire y transforme realidades. Además, la tradición con enfoque social continúa viva desde hace más de seis décadas.

Guayaquil: brillo intenso y fiesta televisiva
La elección de reina en Guayaquil suele ser parte central de sus fiestas; un espectáculo televisivo imponente. Desfiles, luces, pasarelas, música y glamour en escena, pero también hay labor social. La Reina de Guayaquil actual, por ejemplo, es más afín a los barrios vulnerables. El glamour brilla, la corona deslumbra, y la ciudad vibra en formato prime time.

Cuenca: reina de la cultura y el patrimonio
En la «Atenas del Ecuador», la elección de reina se integra a las festividades de independencia, con un fuerte énfasis en la identidad cultural. La reina cuencana representa orgullo local y tradición. Más cerca de lo ceremonial que del show televisivo, su rol está ligado al tejido cultural, desfiles populares y la cercanía con la comunidad. En Cuenca, la corona es símbolo de identidad antes que de pasarela.

Miss Universo: el gran espectáculo global
Y si damos un salto al panorama internacional, el contraste es aún más claro. Miss Universo es un negocio millonario donde belleza, moda, patrocinio y estándares globales gobiernan la noche. Aunque últimamente se han incorporado discursos sobre igualdad y empoderamiento, sigue siendo un escenario dominado por el espectáculo visual y la comercialización de la imagen femenina.
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En ese contexto, Quito aparece como una alternativa refrescante: una ciudad que aún apuesta por una reina que sirva a la comunidad, no solo que brille en un escenario.

¿Qué reina queremos en 2025? ¿Un símbolo, una líder, una inspiración?
La gran magia está en la diversidad de modelos. Quito representa una reina de corazón, Guayaquil una reina de luces, Cuenca una reina de placa y tradición, y Miss Universo una reina de mundo y negocio. Nuestro desafío (y oportunidad) es usar esa comparación para fomentar una reflexión: ¿qué modelo verdaderamente conecta con nosotros?
Quizá no se trata de borrar la corona, sino de reinventarla, manteniendo lo mejor: presencia, rostro humano y compromiso. ¿Podrá Quito transformar esa figura en una lideresa que inspire a la juventud? ¿O seguirá siendo vista como un símbolo bonito, pero desfasado?

Una invitación abierta: conecta, participa, sueña
Convocatoria o no, lo valioso es el mensaje que transmitimos: una corona puede ser más que un adorno. Puede simbolizar solidaridad, transformación y esperanza. Y eso es lo que hace especial a la Reina de Quito 2025 frente a otras coronas: su razón de ser está en servir y en hacer visible lo invisible.
Así que si sueñas con marcar una diferencia real, con conectar con tu ciudad, con llevar una corona que pese más de corazón que de brillo… esta es tu oportunidad. No es solo una elección: es un camino hacia el cambio. Y también una fiesta, porque celebrar Quito siempre es motivo de alegría. ¡A brillar, con propósito!