Detrás de cada campaña exitosa, de cada marca que se queda en nuestra mente, hay un estratega que entiende a las personas. Cristina Chávez, Directora de Cuentas en la agencia de publicidad y marketing Markplan, es una de esas profesionales.
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Con más de 15 años de experiencia, Cristina se ha convertido en un referente en el mercado por su profundo compromiso con las personas: sus clientes, sus equipos y, sobre todo, sus cuatro hijos.
Nueva Mujer tuvo la oportunidad de conversar con ella, y conocer que su historia es un testimonio del poder de una mujer que equilibra con éxito su carrera, su rol como madre y una profunda filosofía de vida, inspirando a otras a encontrar su propósito.
El viaje profesional de Cristina no fue lineal. De joven, su fascinación por los números la llevó a estudiar computación y programación. Sin embargo, en el preuniversitario para Ingeniería en Sistemas, se dio cuenta de que su pasión estaba en la lógica, no en pasar la vida frente a una pantalla.
“Me apasionaba la lógica matemática, pero entendí que mi vida no podía estar sentada frente a una computadora”, confiesa. Tras una breve pausa, se decidió por el marketing, una carrera que, en sus palabras, era “el mismo proceso, pero desde otro punto de vista: comunicación pagada”.
Esta decisión marcó el inicio de una carrera de 15 años en el sector, pasando por agencias de renombre como McCann Erickson y liderando proyectos históricos, como la transición de la marca Porta a Claro. Este hito, que significó un “trabajo arduo de muchos meses” y una sincronización perfecta, fue un claro ejemplo de la dedicación y el liderazgo que la caracterizan.
Escuchar a las personas, una de las claves del éxito
Para Cristina, el éxito de una campaña publicitaria no se basa en grandes presupuestos, sino en una conexión genuina con el consumidor. Su filosofía se resume en una frase que escuchó de su abuela: “Por eso Dios nos dio dos oídos y una boca”.
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Para ella, escuchar es la habilidad más valiosa. “No solamente es a mi cliente, el escuchar es a mi equipo, el escuchar es a mi jefe, el escuchar es irte a la percha y ver qué está pasando”, explica.
Este enfoque en la data y en el ser humano es el pilar de su trabajo. “Si le hablo al consumidor en un idioma que no comprende, no estoy siendo asertiva”, afirma. Su metodología implica integrar a todo el equipo, desde la persona de facturación hasta los creativos, en un proceso colaborativo de brainstorming.
Para Cristina, los negocios, las marcas, las empresas o los equipos, no son nada sin las personas. “Estoy convencida de que las personas hacemos a las empresas y no lo contrario”, asegura.
En Markplan, ha encontrado un entorno que valora este enfoque humano, lo que le ha permitido seguir creciendo. “Es una empresa que vela por su gente. Por ejemplo, en la pandemia mostraron cómo valoran al ser humano, más allá del profesional y de los resultados”, comenta.
Miedo y maternidad: los pilares de su fortaleza
Cristina es madre de cuatro hijos, una faceta que, lejos de ser un obstáculo, es una fuente de fortaleza. Su visión sobre la maternidad y el liderazgo está profundamente arraigada en las enseñanzas de su abuela. “Si no puedes a la primera, entonces busca y piensa, se detiene, y llora, se cae, se raspa, se limpia y se levanta y vuelve a intentar. Esa palabra no existe en una mujer: no se puede”, recuerda.
Esta resiliencia también se aplica a su forma de enfrentar el miedo. Cristina no cree en superarlo, sino en aprender a vivir con él. “Nadie dice que soy Wonder Woman y saqué el miedo, no, conmigo el miedo”, declara. Su estrategia es dialogar con él, entender su origen y no permitir que la detenga. “Superarlo es decirle, ‘venga conmigo’... es una decisión diaria”, asegura.
Este equilibrio entre su vida personal y profesional le ha enseñado a ponerse a sí misma en primer lugar. Un proceso que, según ella, ha sido “arduo e intenso”, pero fundamental. “Primero tengo que ser feliz yo para poder compartir mi felicidad”, reflexiona. Su mensaje a las mujeres es claro y directo: ser auténticas.
“Si yo soy divertida y me gusta salir en fotos sonriendo, ¿por qué tener la pose de decir, ‘tengo que ser la ejecutiva y tengo que estar así toda seria’?”. Para Cristina, la verdadera inspiración radica en ser una misma, sin miedo.
El compromiso con el ser y la felicidad
A lo largo de los años, Cristina ha descubierto que el verdadero liderazgo no se trata de imponer, sino de inspirar. Su rol de madre le ha recordado la importancia de estar presente, mientras que su carrera le ha exigido una constante evolución.
Sin embargo, es su viaje personal de autoconocimiento el que ha definido su visión más profunda. “Me ha costado mucho”, confiesa sobre el proceso de priorizarse. Pero ha sido ese camino el que le ha permitido entender que la felicidad personal es la base de todo. No se trata de egoísmo, sino de una necesidad vital para poder dar lo mejor a sus hijos, a su equipo y a la vida misma.
Un legado de autenticidad
En el fondo, la trayectoria de Cristina Chávez es un recordatorio de que el poder de la mujer reside en su autenticidad. Al no ceder ante las presiones de ser la “ejecutiva perfecta”, la “madre perfecta” o la “mujer perfecta”, ha construido un camino propio que le ha traído éxito y plenitud.
Para ella la inspiración no viene de la perfección, sino de la honestidad, el trabajo duro y la valentía de enfrentar el miedo. Su legado no son solo campañas exitosas, sino la gente que ha ayudado a crecer y la filosofía de que “liderar es inspirar” y tocar la vida de alguien.