Un hito en nuestras canchas: La Copa América Femenina llega a casa
El 12 de julio marca el inicio de una fiesta deportiva sin precedentes en Ecuador. Tres estadios emblemáticos –el Banco Guayaquil, el Gonzalo Pozo Ripalda y el Rodrigo Paz Delgado– serán testigos de 25 partidos que culminarán el 2 de agosto.
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Nuestra selección tricolor, liderada por Gigi Moreira, se medirá en el Grupo A contra potencias como Argentina, Chile, Uruguay y Perú, mientras el Grupo B promete chispas con el último campeón, Brasil, junto a Colombia, Paraguay, Venezuela y Bolivia.
Este torneo no es solo una competencia; es una plataforma, un altavoz para las historias de mujeres que han desafiado cada obstáculo.

Raíces históricas y resistencia: El fútbol femenino en el mundo
Aunque para algunos parezca una novedad, el fútbol femenino tiene una historia profunda y resiliente. La FIFA nos recuerda que el primer partido oficial se jugó ¡hace casi 130 años! En 1895, en Londres, el British Ladies Football Club (BLFC) ya llenaba estadios con más de 10.000 espectadores, liderado por figuras visionarias como Nettie Honeyball y Florence Dixie, quienes crearon el primer club femenino registrado.
Desde entonces, la lucha ha sido constante. El mudo tuvo que esperar hasta 1991 para que la FIFA organizara su primer Mundial Femenino en China, donde Estados Unidos se coronó campeón, demostrando la calidad y el impacto global que siempre estuvo allí, esperando ser reconocido.

Ecuador: Un grito propio en el césped
Nuestro país no se ha quedado atrás en esta marea de empoderamiento. Los años 90 vieron nacer nuestra primera liga oficial y, en 1995, se formó la Selección Femenina de Ecuador.
El clímax llegó en 2015 con nuestra histórica clasificación a la Copa Mundial Femenina de la FIFA en Canadá. Y el paso más audaz lo dimos en 2019 con la creación de la Superliga Femenina, marcando el inicio de un camino profesional para nuestras futbolistas.
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Hoy, equipos como Dragonas IDV, Deportivo Cuenca, El Nacional y Barcelona SC Femenino son referentes, llevando en alto el nombre de Ecuador. Pero, ¿quién lideró la cancha más allá del juego? Fernanda Vásconez, una verdadera pionera, fue la fuerza detrás de la declaración del 7 de marzo como el Día Nacional del Fútbol Femenino, una fecha que la CONMEBOL adoptó dos años después como el Día Sudamericano.
“Mi mayor reto, mi mayor miedo, mi mayor alegría... un hito que marcó para siempre la historia de nuestro país dando un espacio más equitativo”, expresó Fernanda, encapsulando la esencia de esta batalla.
El otro partido: Desafíos y goles por la igualdad
Aquí es donde la realidad golpea con más fuerza. A pesar de los logros en la cancha, el fútbol femenino sigue librando su partido más duro fuera de ella: el de la igualdad. Las cifras son contundentes y desoladoras. En 2022, el fútbol masculino generó $7.500 millones para la FIFA; el femenino, en su año récord (2023), apenas alcanzó los $570 millones. Una brecha abismal que grita discriminación.
Y si hablamos de salarios, el contraste es aún más crudo. Aitana Bonmatí, la jugadora mejor pagada del mundo, recibe 1 millón de euros anuales. ¿Cristiano Ronaldo? 260 millones. Esto no es solo una diferencia, es un abismo que el Instituto de Mujeres de España califica como una brecha salarial del 744%, sugiriendo que la desigualdad no es “casual, sino causal”.

Como bien lo apunta Amanda Gutiérrez, presidenta del sindicato FUTPRO de España, las futbolistas “han conseguido grandes hitos deportivos con menos recursos, menos ingresos y en menos tiempo.” El problema no es el talento, es la falta de visión y la ausencia de “perspectiva de género” en los altos cargos directivos. La escasez de mujeres en posiciones de liderazgo en las instituciones deportivas es un reflejo de la barrera más grande que aún deben derribar.
Nuestro llamado: Apoyemos a nuestras campeonas, fuera y dentro de la cancha
La Copa América Femenina 2025 en Ecuador es una oportunidad de oro para que, como sociedad, demostremos que estamos listos para cerrar esa brecha. No basta con aplaudir sus goles; debemos exigir igualdad de recursos, patrocinios, cobertura mediática y salarios justos.

Cada entrada que compramos, cada partido que vemos, cada mensaje de apoyo que compartimos, es un paso más para que nuestras futbolistas no solo conquisten canchas, sino también la equidad que merecen.
¡Es hora de que el grito de gol de estas mujeres empodere a todas las generaciones!