Por Andrea Sánchez
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Todos conocemos la historia de amor de Frida Kahlo y Diego Rivera y seguro, a través de redes sociales has visto a más de uno decir que desea tener una relación como la que estos pintores mexicanos sostuvieron. Lo cierto es que su relación amorosa estaba muy lejos de ser perfecta, era mas bien tóxica, pues según relatan diferentes historiadores y las cartas de la pintora, hubo infidelidad y traición por parte de ambos.
Frida conoció a Diego cuando éste se encontraba pintando el auditorio de la preparatoria en la que ella estudiaba. Se casaron en 1929, pero él ya tenía un largo historial amoroso en el que se contaban las pintoras rusas Angelina Petrovna y Marevna Vorobe-Stebelska. Fue esposo de la primera y tuvo una hija con la segunda.
La pintora mexicana se obsesionó con tener un hijo, pese a las secuelas que le dejó el accidente que sufrió en su juventud, quería ser madre. Lo intentó en más de una ocasión poniendo en riesgo su vida y dejando de lado los problemas que tuvo con el pintor a raíz de esta decisión.
Frida y Diego acordaron mantener una relación abierta. No podían estar juntos y tampoco separados. En las cartas que la pintora escribió se puede leer el amor que sentía por el muralista y la obsesión que llegó a sentir por él.
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En una de las cartas en las que relata la reacción de Diego al ver sus cuadros, se puede leer: «Diego del alma recuerda que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. Yo en mi soledad te digo, amar no es pecado a Dios. Amor aún te digo si quieres regresa, que siempre te estaré esperando. Tu ausencia me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tu eres el Dios inexistente cada que tu imagen se me revela. Le pregunto a mi corazón por que tu y no algún otro. Suyo del alma mía».
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Diego engañó a Frida Kahlo con su hermana Cristina, situación que derrumbó a la pintora y terminó por deteriorar la relación que sostenían. Una vez divorciados, ella le escribió: «Ahora que hubiera dado la vida por ayudarte, resulta que son otras las ‘salvadoras’… Pagaré lo que debo con pintura, y después aunque trague yo caca, haré exactamente lo que me dé la gana y a la hora que quiera… Lo único que te pido es que no me engañes en nada, ya no hay razón, escríbeme cada vez que puedas, procura no trabajar demasiado ahora que comiences el fresco, cuídate muchísimo tus ojitos, no vivas solito para que haya alguien que te cuide, y hagas lo que hagas, pase lo que pase, siempre te adorará tu Frida».
Al final, cuando Frida murió en 1955, Diego se limitó a decir: «Yo me he dado cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, ha sido mi amor por Frida».