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Llanto: ¿el nuevo recurso de los hombres para salir al paso de sus errores?

 Imagen foto_0000002220150619115641.jpg Ya es cuento conocido, más de una vez los líderes deportivos han tenido un impass y en su arrepentimiento por lo ocurrido, ellos piden disculpas en medio de lágrimas.
El último fue Arturo Vidal, luego de su accidente automovilístico en el que conducía en estado de ebriedad. Pero la lista es larga. El Mago Valdivia también lloró en plena conferencia de prensa cuando fue fotografiado con otra mujer que no era su esposa, o cuando celebraron junto a muchos integrantes de la Selección el bautizo de uno de sus hijos, evento en el que todos se excedieron de alcohol, y que luego tuvieron que excusarse entre lágrimas frente a los periodistas.

Como olvidar el año 1999 cuando Chino Ríos vivía una crisis con su entonces pareja Giuliana Sotela, cuando una revista nacional lo fotografió bailando con otra mujer en Paris. Sumado a otro caso muy recordado, donde el arquero de la Universidad de Chile Johnny Herrera conducía con alcohol en el cuerpo y atropelló a una persona a quien le causó la muerte.

Para la Psicóloga y académica de la U. Mayor, Daniela Becerra, el llanto sería una herramienta de generar empatía según la persona y lo que ésta genere en la opinión pública «Dependerá de la posibilidad de que la expresión emocional de un otro genere empatía, no sólo está facilitado por la coherencia, credibilidad y honestidad con que ésta sea expresada, sino que también lo está por la capacidad que tiene el interlocutor para identificarse emocionalmente con el otro, de su capacidad para comprender el trasfondo de esa emoción, como también de su capacidad para reflexionar respecto a los factores que la gatillan», explica la especialista, y agrega que «no es el «llanto en sí» el que promueve la empatía, sino que ésta deriva de un proceso relacional, por muchas lágrimas que un otro pueda derramar, no implican en sí mismas más empatía; para que esta se genere, se deben combinar factores del que las emite y de quien las recibe, de lo contrario, no se generará una identificación emocional genuina y sincera», expresa Becerra.

«No podemos generalizar y decir que, a propósito de lo de Vidal, los hombres están «aprendiendo a manipular», sino que el significado de esta conducta va a depender del contexto, de cuan genuina sea la expresión de esa emoción y de la capacidad del interlocutor para identificarse con ella. Y que los hombres estén validando la expresión de todas las emociones, sin distinción de género, promueve y desmitifica ideas respecto a lo que es «propio de» lo masculino y de lo femenino», finaliza la experta.

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