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Buena, mala o regular ¿Cómo mides tu vida sexual?

La satisfacción sexual en Chile es medida históricamente por el placer masculino. Sin embargo, en este proceso de cambios y de revalorización de la sexualidad de la mujer es que nos hemos llenado de datos, estadísticas y metas que, supuestamente, deberíamos alcanzar en la cama. ¿Cómo sabemos qué es lo normal, cuán satisfechos estamos o en qué categoría caemos?

 

 

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Por Karen Uribarri Guzmán.

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La satisfacción sexual es en nuestro país un tema cultural tan enraizado que ha costado años desarraigar la idea de que éste se centra especialmente en el placer del hombre. Si bien esto ha ido variando, los valores y la forma de vivir la sexualidad del chileno ha hecho este proceso muchísimo más lento. Sin embargo, hemos llegado a un momento en el que la mujer ha comenzado a conocer su cuerpo, sus límites, sus necesidades, y también sus posibilidades de placer. De allí que en ese empoderamiento se envalentone y decida ir cada vez más allá en esa búsqueda del goce personal.

En ese camino es que nos hemos llenado de información, estadísticas y estudios, que han instalado –en el inconsciente– ciertos parámetros que supuestamente deberíamos cumplir para alcanzar la satisfacción certera y socialmente aceptada.

Hoy por hoy, la satisfacción sexual es considerada el barómetro no sólo de la calidad de la relación de pareja, sino que incluso es tomado en Chile como un indicador de la virilidad masculina de acuerdo a la mayor frecuencia de relaciones sexuales que alcance en un mes. Sin embargo, investigaciones realizadas por la Universidad La República destacan una evolución en este sentido, en el que se destaca no sólo la importancia del componente físico de la satisfacción sexual (cantidad de encuentros sexuales y orgasmos), sino que también el componente afectivo y relacionales, como el amor, las sensaciones post relaciones sexuales, la comunicación con la pareja e incluso la iniciativa para tener encuentros sexuales.

La comunicación de temas sexuales sería otra variable importante para la satisfacción sexual. Así también, la negociación de las discrepancias en el deseo de tener relaciones sexuales sería una variable fuertemente asociada a la satisfacción sexual, especialmente en contextos de fuerte desigualdad de género.

Si bien anteriormente hablábamos de los múltiples componentes de la satisfacción sexual, en Estados Unidos lanzaron un libro que ha marcado tendencia y que ya muchos lo toman como manual de lo que es «normal» en una vida sexual. Se trata del libro «The Normal Bar», de Chrisanna Northrup y los sociólogos Pepper Schwartz y James Witte, en el que presentan el resultado de una encuesta a 70 mil individuos quienes debieron definir qué es lo «normal» en esta materia. Es decir, con cuánta frecuencia deberían tener sexo, qué tan aventureros son como pareja y cómo cortejan/seducen a sus parejas fuera del dormitorio. La idea, más allá de definir lo normal –aseguran– era describir qué hacían las parejas excepcionalmente felices, y así concluir ciertos parámetros.
Precisamente, «The Normal Bar» descubrió que el 86% de los hombres y mujeres sí quieren tener sexo poco convencional. El sexo de por sí debe estar condimentado por el misterio, la emoción, la pasión. Y no se trata de compararnos con las películas triple X o las de amor de Hollywood, sino que simplemente poniéndonos en el lugar del otro.

Si todas las noches nos ponemos el mismo pijama, nos acostamos a su lado y nos movemos casi como sumidas en el mismo rito, la pasión se dormirá en los laureles. Sin embargo, si nos acostamos y comenzamos a tocarlo mientras ve la televisión, o nos metemos desnudas a la cama con el cuerpo untado de aceites aromáticos, o nos depilamos de una forma distinta, o si lo despertamos a medianoche con sexo oral o en la madrugada con un mañanero antes del trabajo, o usamos ropa interior especial e inesperada… Entonces, seguirás siendo el mismo plato, pero claramente servido distinto y, consecuentemente, tendrás otro sabor
Ahora bien, si después de hacer todo te das cuenta que aun así tu relación no resucita, entonces quizás sea mejor conversarlo seriamente en pareja y, si se llega a acuerdo, buscar ayuda de un terapeuta.

 

La satisfacción sexual es personal
Recuerda siempre que los test de índice de satisfacción sexual pecan muchas veces de medir mucha respuesta fisiológica, pero la experiencia personal o subjetiva es muy difícil de cuantificar. «¿Se puede decir que el grado de excitación o de humedad de la vagina sea indispensable o necesario para que un coito sea satisfactorio? Creo que no, lo mismo que una erección total o no. De hecho, muchas parejas tienen una vida ‘muy satisfactoria’ y nunca han tenido penetración, como es el caso de los matrimonios sin consumar por el vaginismo. ¿Y qué les hace consultar? La imposibilidad de gestar o la comparación con otras parejas. Pero en verdad muchas de estas parejas lo pasan bien, y muy bien», explica el especialista en sexualidad y director de Cesch, doctor Christian Thomas, quien añade: «Finalmente creo que la experiencia es tan personal que mientras no haya malestar manifiesto de una o ambas partes, podemos concluir que es satisfactoria la vida sexual, pero sin olvidar que el humano siempre espera más».

 

Tu sexualidad es tuya, distinta a la de las demás
¿Te has dado cuenta que siempre todos dicen que ganan más, que tienen más sexo y que son más felices? Deja de ver el pasto del vecino más verde que el tuyo y enfócate en tu jardín. Quizás para ustedes hacerlo una vez cada 10 días resulte cómodo y efectivo. Pero ojo, ambos tienen que estar satisfechos con ese ritmo, si no, no es normal.

En este sentido, bien vale tomar en cuenta una parte de este estudio, en el que se descubre que muchos hombres aprecian la intimidad sexual profunda y anhelan una sexualidad basada en la complicidad y lo lúdico de su relación romántica.

Quizás sería bueno llevar la sexualidad a la mesa y conversarlo. Hablar de cómo ve cada uno su vida sexual, de qué opciones hay de intentar hacer cosas nuevas, y de hablar sin tapujos ni vergüenzas. Posiblemente tu pareja también quiera hacerlo y nunca te lo ha confesado por vergüenza a la «normalidad» impuesta por la sociedad. Arriésgate y comienza a medir tu vida sexual en base a tu realidad y tu pareja, y no por lo que haga tu amiga o tu compañera de trabajo. El único parámetro claro es que ambos estén satisfechos y felices con lo que se hace entre las sábanas… O fuera de ellas.

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