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Jorge Arecheta: “Me gritaban en la calle que había matado a mi amigo”

Como muchos chilenos, el actor de “Vuelve temprano” tuvo que dejar su ciudad natal para estudiar en Santiago. Hoy, a sus 28 años, tras 10 en la capital y un elogiado debut en la televisión, saca conclusiones importantes. “Creo que como actor te ayuda mucho el ritmo de la televisión, porque haces muchas escenas en un día y pasas por estados emocionales muy distintos, con una línea de continuidad que no es lineal. A veces se acusa que la TV es fría para los actores, pero pienso que depende de nosotros engrandecer al personaje que nos toque”.

 

Por Jessica Celis Aburto. Fotografías: Gonzalo Muñoz.

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Jorge Arecheta (28) es puntarenense y quiso estudiar Periodismo porque era lo que sentía más cercano cuando estaba terminando la Enseñanza Media. «Me gustan las comunicaciones, pero creo que estaba bastante perdido. Decidir a los 17 o 18 qué hacer para más adelante es muy impactante. Un escritor y amigo puntarenense, Oscar Barrientos, me invitó a trabajar en una obra de teatro mientras era mi profesor de Castellano (Lenguaje) electivo en un curso que era muy entretenido. Nos sentábamos a leer poesía, a conversar. Ese ramo me abrió la cabeza para lo que haría más adelante. Esa obra giraba en torno a personajes históricos que estaban en el Purgatorio. Era bastante loca. Y ese grupo nos permitió experimentar, saliéndonos de la estructura del colegio británico en el que estábamos», dice.

Una especie de Sociedad de los Poetas Muertos…
(Risas) Claro, era un círculo así, bien hermético pero donde pasaban cosas muy interesantes. Yo era bien pudoroso, y hacer esa obra fue un remezón. Los ensayos, los nervios, cómo se fue ampliando mi imaginario en el escenario… Ahí me di cuenta de que eso era lo que yo quería hacer. Estaba en Cuarto Medio, y en dos meses se me dio vuelta todo lo que quería hacer con mi futuro. Lo rico es que creo que le achunté. Le agradezco mucho a Oscar por eso, ya que estoy haciendo un trabajo que me nutre tanto en lo laboral como para relacionarme con las personas, ya que nuestro trabajo es muy de observar nuestro entorno.

¿Qué te dijo tu familia?
La escena fue la siguiente. Estábamos saliendo de la primera función de la obra que te comenté. Paramos con mi papá en una bencinera a comprar cigarros y él me dice «así que quieres estudiar Teatro…» Yo le dije que sí, que me gustaría mucho. «¡Qué buena!», respondió. Fue muy buena su recepción. He tenido la suerte de tener unos padres que confían mucho en mí, que son estrictos pero cercanos, y que te dan consejos más que dictar reglas. Ese apoyo me ayuda hasta hoy a desenvolverme con la libertad que lo hago.

Estudió 2 años Teatro y Comunicación Escénica en la UNIACC, y luego se cambió a Teatro en la Universidad de Chile. Llegar a Santiago fue otro remezón importante. Su hermana, estudiante de Kinesiología, ya vivía aquí, y eso le ayudó a capear el cambio, ya que se apoyó mucho en ella. «Mi familia estaba resumida en ella. Me enseñaba todo lo que tenía que hacer para moverme. Además nosotros somos muy unidos como familia, y dejar ese nido cómodo fue fuerte. Me vi como parado frente a un abismo mirando todo lo que se venía por delante y las millones de posibilidades que se abrían.

¿Te costó?
Sí. Fue bastante fuerte, sobre todo porque me vi como un individuo despegado de mi familia. Tuve que empezar a definir mi identidad.

¿Los ves seguido?
Tratamos de calzar los tiempos, y generalmente me voy para Navidad.

Han pasado 10 años desde qué vives acá. ¿Qué cosas mantienes de sureño y que otras has adoptado de santiaguino?
Del sur me queda seguir siendo muy relajado, y también que si me encuentro con alguien en la calle me doy el tiempo para sentarme a conversar, saber cómo está. Ahora, eso de andar muy relajado antes me pasaba la cuenta porque se me juntaban muchas responsabilidades, pero ahora ya lo manejo mejor.

¿O sea nada de adoptar el estrés santiaguino?
No mucho, pero sí me doy cuenta que a veces me dejo llevar por el ritmo acelerado y que camino apurado. Es difícil no dejarse llevar, porque uno se queda abajo de muchas cosas, pero creo que aunque esta ciudad me aceleró el ritmo lo manejo bastante bien.

Esta es su primera teleserie, ¿cómo has vivido el tema de la exposición?
Es bien fuerte, porque te empiezas a ver todo el día. Desde la mañana, en que te pones el vestuario, hasta que te maquillan y sales grabar. Estás todo el día mirándote al espejo, en la TV, en los afiches. Es muy impactante. Por el lado del reconocimiento siento que no me acostumbro, y es raro, porque sigo haciendo mi vida igual que siempre, voy a los mismos lugares, tomo el Metro…

 

Sigue en página 2…. 

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