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Diario de una casada y neurótica: La verdad detrás de la caída del pelo

Cuando estás en la flor de tus veintes y por fin comienzas a familiarizarte con conceptos tan clásicos como: el ladies night, el happy hour, la sal de andrews, el push-up y el sesentaynueve, sólo hay dos cosas muy malas que pueden pasarte…

 

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Por Sandy Fuentes**
(@CasadaNeurotica).
Ilustración de Evelyna Callegari (@EvelynaCallegar)

Miércoles, 9 de Oct.

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Esta mañana la Gildi, amiga y noble asistente de cada martes por medio a las ocho y media, me hizo notar que se me está volviendo a caer el pelo. Y no pude evitar maldecir mentalmente a mi ginecóloga.

Cuando estás en la flor de tus veintes y por fin comienzas a familiarizarte con conceptos tan clásicos como: el ladies night, el happy hour, la sal de andrews, el push-up y el sesentaynueve, sólo hay dos cosas muy malas que pueden pasarte: descubrir el mito de las cremas para la celulitis y que te pregunten: ¿Cuándo te vas a casar?

En mis veintes, mis tías eran de la selección olímpica nacional de expresiones como: «tan bonita y tan sola», «tienes que sentar cabeza» y «producción independiente». Y eran como ninjas para encontrarme sola en el pasillo, entre el baño y el comedor, reducirme contra la pared y hacerme sus interrogatorios, cuestionándome insistentemente: ¿Cuándo vas a tener pololo?

Fue así que, en aquel tiempo, llegué a masterizar la frase: «es que me gusta estar sola», reprimiendo la verdadera respuesta como una afirmación mental, como un mantra con el que se justifican todas nuestras postergaciones en la adolescencia: «cuando se me de la puta gana». Ahí, se me comenzó a caer el pelo.

Mi abuelita Antonieta, en cambio, solía decirme: «los hombres están naciendo para ti hijita». Nunca entendí bien qué miércoles me quería decir, pero la idea era que no había por qué apurarse ni mucho menos conformarse. Debe ser por eso que nunca me pasó las llamadas. Mi abuelita Antonieta es una leyenda. Era una mujer muy alegre y fervorosa, muy adelantada a su época, y tenía su propio diario de vida.

Quince años después, son las mismas tías, más las de mi marido, más sus padres, más los míos, más mi ginecóloga, más todo Chile y balnearios, los que me preguntan: ¿Cuándo piensas tener un hijo?

A la única que tengo la obligación de responderle con la verdad es a mi ginecóloga: «cuando se me pare de caer el pelo, porque por ahora tengo estrés vaginal pre-embarazo». A todos los demás, el mantra.

** Para conocer a la autora y leer su diario completo, ingresa a www.casadayneurotica.com

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