Espectáculos

Tips para la primera cita (Parte 1): Cuando quieres que te tomen en serio

A mí siempre me duele la guata cuando suena el teléfono, contesto, y es él. ¿Quién es “él”? ¡Él pues! El tipo que conociste el fin de semana cuando saliste a trotar por el parque, o el que te presentó en un happy hour tu mejor amiga, o el que te metió conversa cuando recogió tu toalla en el gimnasio cuando se te fue al piso mientras estabas en la elíptica. “Él” es quien se supone se convertirá en algo Si conseguimos una primera cita y no metemos las patas.

 

Imagen

A mí siempre me duele la guata cuando suena el teléfono, contesto, y es él. ¿Quién es «él»? ¡Él pues! El tipo que conociste el fin de semana cuando saliste a trotar por el parque, o el que te presentó en un happy hour tu mejor amiga, o el que te metió conversa cuando recogió tu toalla en el gimnasio cuando se te fue al piso mientras estabas en la elíptica. «Él» es quien se supone se convertirá en algo… Si conseguimos una primera cita y no metemos las patas.

 

Recomendados

Quiero que me tomen en serio: mucha pega
Este terreno es para hacer un manual, un tratado, una enciclopedia. Conseguir que en una primera cita todo salga tan perfecto que él crea que realmente encontró a su media naranja, son palabras mayores. Mi humilde –y no menor experiencia personal– me ha demostrado que tener información, es tener poder. Por ejemplo, me di la maña de averiguar qué olor le encantaba a un tipo que me gustó mucho, y supe que era la vainilla. Partí a comprarme un perfume de vainilla, y me lo puse de manera discreta en el cuerpo, pero además en las puntas del pelo (es que eso deja una suave estela). Cuando nos juntamos y me saludó, pestañeó mucho, sonrió, y me dijo «¡hueles tan rico! No te tomes a mal lo que voy a decirte, pero ¡dan ganas de comerte! Ese olor que tienes me recuerda tanto a los queques que hacía mi mamá…» Y en un segundo le evoqué bonitos recuerdos de su santa madre y el cariño con el que le cocinaba quequitos. Le instalé en su cabecita el link entre yo y recuerdos placenteros. ¡Charán!

Bueno, es así como creo que se arma una estrategia sana. No es calculadora y poco natural; simplemente pienso que es inteligente de nuestra parte ocupar el talento que tenemos las mujeres para lo sensitivo.

Paso número uno. Cómo se contesta una llamada. No, no se contesta. Él debe encontrarte en un segundo llamado, y cuando lo consiga prueba algo así como «¡Hola! ¿Cómo estás?» («Bien, ¿y tú?», dirá él) «¡Cómo loca! Vengo saliendo de mis clases de danza árabe y ahora vuelo a mi casa porque invité a comer a unos amigos». ¿Cuál es la idea? Transmitir el mensaje que tienes vida propia, múltiples actividades y que él debería hacer mérito para conseguir tu atención, o sacar numerito y ponerse a la fila.Tampoco le pongas tanto como para que él piense que no tendrás tiempo nunca para él.

Te propone juntarse mañana. A lo que tú le dices: «¿Mañana? ¡Pucha no puedo! Estoy comprometida con mis compañeros de la oficina. ¿Qué tal el sábado?» (digo sábado, suponiendo que te llamó un miércoles, porque queremos que tenga que esperar por vernos tres interminables días). Con tu contrapropuesta lo tranquilizas dejándole claro que sí quieres verlo.

Paso número dos. Dónde ir. A todos les gusta el rol de macho. Deja que decida dónde, y que él pague. Esa sensación de que está «invirtiendo» tiempo y dinero lo tendrá interesado. De todos modos trata de evitar lugares ruidosos, porque la idea es poder conversar y que descubra lo fascinante que eres.

 

Paso número tres. Cómo vestir. Nuevamente, la información. Si cuando lo conociste, alcanzaste a sacarle que es un tipo deportista y nada de formal, pues bien, tu ropa será de acuerdo a eso: un jeans favorecedor pero no tan ajustado, y una polera sentadora con un poquito de escote.

Me acordé de un pololo con el que duré dos años y que era full deportista, así que para la primera cita lo hice ir a buscarme a mi oficina, lugar en el que armé un mural con fotos de cuando me subí «la» vez a un rafting, otra en la que estaba en un podio de karting en el primer lugar, con un trofeo en la mano (algo que hice una vez de humorada porque no saqué ni el tercer lugar), otra en la punta de un cerro, y otra en la que aparezco con un traje de buceo. Cuando llegó y vio las fotos me dijo «¡Ah! Veo que te gusta el deporte. Entonces estoy seguro que te va a gustar subir tal cerro y andar en bici por…» Y empezó a hacer panoramas para todo lo que quedaba del año, lo que significó que se «veía» conmigo haciendo esas actividades. Para cuando se dio cuenta que no era la pulga atómica que imaginó, ya era tarde: se había enamorado de mí. ¡Ja!

Si el tipo es más formal, un vestido de corte sencillo que te haga lucir las curvas de modo sutil y las piernas, estaría OK.

Los colores deben ser suaves, armónicos. Mi sugerencia personal es que uses el blanco si te queda, algo hay con ese color que hace que las personas te traten con cuidado y confíen (¿el color de la bata de los doctores? ¿De los ángeles? ¿De las novias?). También el negro es muy favorecedor, nos estiliza y nos hace lucir más elegantes. Las telas brillantes están prohibidas y nada que sea pinchudo o áspero como un prendedor o chaqueta con muchos cierres. Tacos, nunca los del tipo aguja y sólo si el galán es alto, si no, es una burla. Joyas delicadas, prohibido tintinear con algo como pulseras o collares. No eres un gato que se le perderá en medio de la noche.

Reitero que esto no es convertirse en quién no somos. Esto es sólo «camuflarse» un poquito para llegar hasta el objetivo, poder observarlo de cerca y ver qué tanto nos gusta.

Sigue en página 2… 

Tags

Lo Último


Te recomendamos