De alguna u otra forma la crisis las tiene acá, ya sea porque fue esta debacle económica la que las impulsó a viajar, o porque estando acá comenzó todo y prefirieron no volver e instalarse en nuestro país.
Todas muy jóvenes, ya que es este grupo etáreo el que más problemas ha tenido para encontrar trabajo o ganar buenos sueldos en España, que vive hoy una de las peores crisis económicas, que sus habitantes recuerden.
Las razones son muchas. Se culpa al escenario internacional que afectó al continente europeo, pero los analistas explican que también hubo una serie de decisiones internas que los fue afectando. Todo se suma a que los sectores productivos más importantes, la construcción el turismo y el automotriz se vieron afectados por problemas internos y externos lo que ha provocado pérdidas millonarias en mano de obra, en sectores muy intensivos en mano de obra.
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Los más perjudicados han sido los jóvenes, quienes no están siendo contratados, algunos están siendo despedidos y los nuevos profesionales se suman al «paro», como denominan a la cesantía.
De «mileurista» en España, a empresaria en Chile
«Yo era parte de una generación a la que llamaban los ‘mileuristas’, jóvenes que tenían oportunidades de trabajo, pero no de grades sueldos ni de progresar rápidamente y sólo podíamos aspirar a ganar mil euros. Somos aún veinteañeros y teníamos más facilidad de progresar profesionalmente, tener mayores oportunidades y ganar más plata, agarrando puestos en el extranjero. En mi caso, tras haber estudiado comercio internacional, comenzaron a enviarme fuera, a ayudar, controlar, crear departamentos y en una empresa me enviaron a Brasil y en otra me enviaron a varios países de Sudamérica y luego me ofrecieron profundizar en un proyecto en Chile, que era un país económicamente estable, políticamente estable, más europeo por así decirlo, mejor estructurado, y más seguro», cuenta Sheyla Centeno, joven empresaria española, que encabeza hoy el proyecto en Chile de la empresa Milesman, fabricante de láser de diodo de alta potencia para la depilación y criolipólisis.
Sheyla tenía sólo 26 años cuando comenzó esta aventura, y recuerda que fue justo en el momento en que recién se empezaba a oler la crisis en su país, que nunca imaginó llegaría a los límites en los que hoy se encuentra. «Se estaba iniciando, la gente comenzaba a perder trabajo, se pasó de una fase en que cada 20 metros se estaba construyendo un edificio nuevo y luego las constructoras comenzaron a detener las obras».
Ella venía sólo por un año, sólo a establecer y aportar nuevas ideas al departamento comercial, y pasado ese tiempo le ofrecieron quedarse «y me salieron nuevos proyectos y me pareció más interesante quedarme acá a desarrollar estos proyectos nuevos, que volver allá donde ya se estaba desatada la crisis».
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