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Durante la Primera Guerra Mundial (1914 & 1918) las faldas se acortan y muestran por primera vez las piernas que habían sido cuidadosamente escondidas por siglos. El traje de dos piezas, antes reservado para el esparcimiento y los deportes, comienza a ser una vestimenta usual entre las mujeres, debido a su apariencia masculina y a su comodidad para desarrollar las nuevas actividades que le exige la sociedad, en su rol de “jefes del hogar”. En la Segunda (1939 & 1945) las mujeres nuevamente asumen a la perfección su rol de líder de la familia. Son tiempo difíciles ya que escasea todo, desde los alimentos, hasta los textiles, cueros y lanas. La moda empieza a basarse en el reciclaje, donde la consigna es “hacer algo nuevo con algo viejo”. Paralelamente, tres famosas actrices deciden ayudar en la guerra a través de show para animarlos en los momentos más difíciles: Marlene Dietrich, quien actuó, animó y acompañó a 1497 tropas, Rita Hayworth y Marilyn Monroe.
A ello se suman los impactos post guerras generados, con las llamadas Garconne en los años 20, mujeres de silueta andrógena, escandalosas y rebeldes, y las “pin up” en los 50, féminas hermosas, coquetas, generosas de curvas y serviciales.
Estos son sólo algunos de los efectos en los códigos de seducción de la Primera y Segunda Guerra Mundial, donde las consecuencias responden a nociones e íconos de belleza radicalmente opuestos entre una guerra y otra, y que el Museo de la Moda intenta plasmar en su nueva e inédita exhibición “Guerra y Seducción”, a través de una mirada distinta, educativa y sobrecogedora.