De las tres ciudades bandera de la Costa colombiana, sin duda, Santa Marta no solo es un respiro de brisa, playas, arrecifes y cruces culturales que le dan un toque majestuoso y espiritual: en estos últimos años ha definido su propia identidad caribeña.
PUBLICIDAD
Esto, mientras Cartagena oscila entre la pompa de su pasado colonial y Barranquilla como puerta industrial con una mirada aspiracional anglosajona.
Pero, para Escapista Hospitality Room, el Caribe de Santa Marta es mirar hacia adentro para producir plenitud, sofisticación y deleite: esto es lo que plantea con tres lugares como Casa Magdalena, Agua de Río y La Cava de Mamá José, donde se rescata todo el legado histórico de familias como los Manrique, que por años dieron esplendor a la ciudad con elegancia, arte, y sobre todo, con comida hecha en casa que se ha abierto a nuevas culturas, pero sin dejar ese toque matronal.
Es así como comienza el tour en Casa Magdalena, ya una de las joyas del Centro Histórico de Santa Marta. Una casa colonial reformada que abrió sus puertas en 2022 y que tiene esos pisos que evocan el pasado caribeño que cubrió hasta los cayos de Florida.
Pisos coloridos, arcos. Una orquesta que toca boleros y solos de trompeta y que interpreta desde Chan Chan hasta el Joe. Con lámparas, palmeras, y arte colorido que sí, evocan ese ‘tropical chic’ que se ha aplicado en moda, pero que perfectamente se podría aplicar aquí en términos gastronómicos.
Porque con las Costeñitas o la Kola Román se puede iniciar con una tostada de Mar y Tierra con paté de pescado y chicharrón de cerdo. O una hallaquita verde con pork belly, e incluso unas arepas con tartar de pescado.
Sí, las entradas son el Jardín de las Delicias en el qué perderse. Eso se podría decir de los camarones en queso azul, con sabor electrizante. O del hummus con lomo de res salteado con especias árabes (honrando, obviamente, la migración de aquel lugar del mundo que moldeó al Caribe colombiano el siglo pasado) , sin dejar de lado otro plato nuevo como su sorprendente carpaccio de atún.
PUBLICIDAD
Ahora, si le queda espacio para los fuertes (y tiene que ir por los fuertes) y si ama las carnes, el Rib Eye de 400 gramos muestra cómo los nuevos cortes (e incluso con más sustancia) ya han llegado a lugares que despuntan como destinos internacionales, siendo la ciudad en sí misma receptora de todas estas tendencias. El steak pimienta también vale la pena, y la bondiola en sí misma valdría toda la experiencia.
A su vez, el toque internacional también se ve en los arroces chaufa y de lomo árabe, aunque los risottos también son de excelencia y no se puede perder los raviolis en tinta de calamar.
Por supuesto, hay una propuesta de autor en coctelería. La propuesta del Trópico tiene gins, mezcales, y rones combinados con elementos originarios como el carambolo, el platano y hasta el queso gratinado.
También hay cócteles secos y mules, así como una exquisita carta de vinos, licores y cócteles clásicos (imperdible su Negroni). Y el toque dulce, siguiendo ese estilo de la Santa Marta de antaño- y reinterpretada por el chef Jose, lo corona un postre de Kola Román llamado Esta Kola sí es de acá, con Leche Klim combinada con la famosa gaseosa.
No, no le estamos dando ideas de que lo combine así en casa, esto no es Jackass, tampoco su digestión. Lo invitamos a probar, en Santa Marta, un postre que tiene lo mejor de los sabores de la educación sentimental en este país.
Y esto también se aplica para el Brazo de Reina de Mango, y su Brownie de Coco, una torta titoté, con distintas texturas. Tan delicioso que en cuanto parpadee, lo habrán acabado sus acompañantes.
¿Dónde queda? Cl. 17 #2-09, Comuna 2, Santa Marta, Magdalena. Puede caminar hacia la Marina o hacia el Centro Histórico, para que después de un almuerzo maravilloso tenga una gran vista del atardecer de la ciudad.
Agua de Río: el oasis del Caribe cool
Si Casa Magdalena es aquella dama imponente, Agua de Río sería como su hija joven, con gran estilo también y muy cerca de ella. Cabe decir que al caminar en ese clima húmedo y al ver esa apacible decoración tropical en verde, se antoja entrar.
El playlist, así como el de CM, tiene toques de champeta, e incluso afrobeat. Estos elementos hacen parte de su filosofía: ‘Ama, Baila, Fluye’. La cocina es igual: sencilla, sin pretensiones. Con combinaciones únicas.
Eso se podría decir de sus dos joyas de su corona. El Lomo de Res Asado tiene ensalada de cebada, cebollas caramelizadas, almendras, arándanos. Un toque fuerte combinado con dulce y crema que se hace irresistible. Igualmente, el Pescado Orzo, que es pesca del día con gremolatta y orzo de espinaca y queso feta, más pepino. Imbatibles.
Pero también hay hamburguesas de langostino de entrada, pasta de chorizo y albóndigas que son perfectas para complementar. O por qué no, un excelente ceviche con leche de tigre de suero costeño, para complementar.
El restaurante tiene propuesta de desayunos, también. Pero si lo que busca son otras opciones un poco más “dulces”, el flan de arequipe y una galleta al horno se complementarían perfecto con un exquisito café de la Sierra Nevada, uno de los mejores del país.
O con una carta de cócteles clásicos y de autor que tienen más que todo gins como propuesta, más fuertes o refrescantes según sus gustos: hay siempre una oferta que incluye amplitud de gustos.
Claramente, ambos lugares siguen una propuesta sostenible de pago justo a proveedores, de preeminencia hacia lo local. Y sobre todo, de una disposición de residuos que no le cause problemas a una ciudad azotada no solo por el cambio climático, sino por una infraestructura que no cuida sus propios recursos.
Así contribuyen a mantener los tesoros de un lugar que tiene 500 años de historia, pero que está comenzando a degustar su identidad a través del pasado proyectado hacia un futuro de exquisiteces que siguen manteniendo un toque centenario, amoroso y sobre todo, difícil de hallar.
¿Dónde queda? Cra. 2, Comuna 2, Santa Marta, Magdalena