Noticias RCN está siendo aplastada en redes sociales por lo que hicieron en transmisión: hacer llorar al candidato Rodolfo Hernández con una imagen de su desaparecida hija Juliana, que el candidato da ya por muerta por el ELN. Esto, para preguntarle si negociaría con ellos.
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La respuesta fue obvia: no lo haría. Esto generó el repudio de miles de televidentes que cuestionan la ética y poca humanidad del informativo a la hora de querer manipular a Hernández, que por otro lado, siempre se quiebra al hablar de ella.
Claramente, Hernández es otra víctima de la eterna guerra en el país. Como muchos padres, ha tenido que llorar a su hijo muerto o desaparecido por grupos armados. Y es que Juliana era la luz de sus ojos.
La más amada de su padre
El candidato y su esposa en principio, no podían tener hijos, por lo que Juliana fue su primera hija adoptada, en los años setenta. La adoptaron de un orfanato y posteriormente, adoptaron a otro hijo, Mauricio.
Luego llegaron los hijos biológicos del ingeniero y su esposa, Luis Carlos y Rodolfo José.
Juliana fue muy mimada por su padre. Él no le negaba nada, la acompañaba a fiestas. Socorro, al fin y al cabo, hizo del “policía malo”, pero igual la relación entre ambas era muy buena.
Así ,cuando Juliana llegó a la mayoría de edad, se independizó. El candidato le regaló un apartamento, como a sus hermanos , y a pocas cuadras de la casa de su padre. Y en 2004, luego de irse a la finca con unas amigas, desapareció.
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“Yo le pedi que no fuera”
Estas han sido las palabras de Hernández para rememorar los hechos. Juliana estudiaba Derecho en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga y según testigos, la secuestraron delincuentes comunes. Otra de sus compañeras también fue raptada, pero la devolvieron por no pagar su rescate.
Jamás se supo de ella. Hernández paró el año pasado de buscala. Habló con todos, hasta con grupos armados. Y al también vivir el secuestro de su padre, no quiso pagar por ella. Creyó, durante años, que las Farc la secuestraron.
Esto, hasta que en un puente con Humberto de la Calle, ese grupo armado dijo que no la tenía. Y la verdad se supo: el ELN la compró y hasta Juan Manuel Santos trató de ayudarlo.
Claramente, la incertidumbre y la tristeza devoraron a la familia. Hernández hizo todo a su alcance.
Por supuesto, el duelo sigue siendo atroz. La joven, alguna vez, quiso casarse con alguien que vivía en Londres: Hernández se devolvió con ella a Colombia. Y ella siempre amó su libertad, por lo que siempre quiso ser autónoma.
“Ella está muerta, es lo que creo”, dice el candidato, que le sigue poniendo su nombre en la escritura, su silla en su constructora, le paga los impuestos. El apartamento, arrendado, va a la cuenta de la joven.
Y, aunque le critiquen a Hernández que siempre usa esa historia en cada campaña, sin duda, es el dolor de muchos padres colombianos el que refleja.