Colombia

El ‘felices para siempre’ como ejercicio teatral Jorge Duque

El diseñador colombiano presentó su primera colección sólo para novias.

La novia subversiva, la angelical, la poderosa o con blazer, como lo usó la elegante Bianca Jagger alguna vez: lejos quedaron los tiempos en los que ser una novia solo podía evocar un ideal primario de valores y, por esta razón, el diseñador Jorge Duque presentó en la pasarela inaugural de Ibagué Negocios y Moda, en el Conservatorio de la ciudad.

Una colección, que evoca ese romanticismo ensoñador, así como a mujeres con corsés de caucho, minivestidos y chaquetas de cuero que deciden resignificar su propia ceremonia y de paso, su propia ontología a través de un ritual.

¿Pero qué hay detrás de todo ese proceso creativo? Duque, quien es uno de los diseñadores con más trasfondo conceptual y que se destaca por su minuciosa elaboración y transformación de materiales, habló con PUBLIMETRO sobre una colección que mantiene su esencia.

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¿Por qué novias? Parece una pregunta obvia, pero ya las hizo antes en algunas colecciones. ¿Por qué solo esto ahora?
Parece un cliché, pero eso es superficial. Porque alguien me preguntó si era pertinente hacer una colección de novias en Ibagué. Y claro que lo es, porque hay que inspirar y movilizar a la gente que está creando en la industria de la ciudad, que es más pequeña. Que tiene otros impactos un poco más limitados en términos geográficos. Que necesitamos ver el optimismo en la moda, más en un momento tan difícil como el que está pasando la industria. Y bueno, hice novias porque se que esto se venderá en algún momento, en los seis meses que quedan, en el país. Es un espacio divino para presentarla y para que todo se vea de una manera diferente. Para ver la capa más brillante de la moda.

¿Y cuál es la diferencia  de esta colección con aquello que ya hemos visto?
En este momento no quiero ser cerebral, sino muy pasional. Y ahí conecto la historia con la novia que me gusta. Siento que la boda es un parteaguas en el inconsciente de la mujer. He hecho muchas novias, pero meterse en el mundo bridal es como meterse en un bucle cuántico y no obedece a ninguna norma. Es una línea paralela. Crear una novia es crear a veces el alterego de alguien. A veces tiene que ver con el deseo, con la feminidad, la fragilidad, con el poder. Una cantidad de conceptos que son sutiles y fútiles a la vez, pero que son divertidísimos desde el punto de vista creativo. Por otro lado, cada vez más me doy cuenta de que la boda es un performance. Es una obra de teatro de la vida. Y eso es muy bello.

Hemos visto ya velos con letras escritas, por ejemplo. ¿Qué exploraciones hace en esta colección?
Hago corsés de caucho, ya es mi core de marca. Tengo estampación hecha en caucho. También hay caucho tipo caviar pegado en micropepitas e hicimos algunos damascos. Toda la historia de las novias también es glam, floral y los tules que invitan a hacer una performance. Y estoy enamorado del cristal.

¿Cómo unir esa concepción original decimonónica de las novias con su propia visión?
Haciendo que las novias sean ellas. Que le den vida propia al vestido y a varias concepciones del mismo. Y al final del día yo soy el tamiz de todo lo que me permea creativamente. Para esa novia, yo soy un objeto disponible en un mar de cosas disponibles. Soy una opción, no un creador. Es como ir a una tienda de tazas y elegir a una porque te encanta. Eso no se justifica de muchas maneras. Eso obedece a cosas tan sutiles, que a veces no entiendo aún, por eso, qué pasa por el subconsciente de alguien que crea vestidos de novia.

¿Y qué lo permea ahora creativamente?
El corazón salvaje. La mujer tiene un corazón salvaje. No sé qué pasa ahí, pero hay algo de salvaje en el alma femenina. Nos encantan los bordados, los encajes. Los cauchos y esta actitud un poco medio palaciega punk, que es el tamiz que tengo como diseñador. Puro glam.

¿Cómo ve a la industria colombiana?
La macrotendencia que ahora gobierna a muchos creadores es temor y miedo. Y hay un afán por ser empresarios, por crear y vender, que se nos olvidó el ímpetu que nos hace particulares. Y eso es por el miedo. Lo entiendo, pero si seguimos haciendo esto, la importancia en la escena latinoamericana se va diluyendo.

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