Después de haber sido diagnosticado de cáncer de tiroides, Eduardo Fuentes aparece en los pasillos de La Red con gran energía. Pareciera que no queda rastro de la operación que le extirpó la glándula tiroides y que finalmente tuvo muy buen pronóstico. El animador de “Mentiras Verdaderas” se siente aliviado, agradecido. “Esto no sé si es milagroso, pero sí muy providencial. Llegué al diagnóstico porque fui al médico debido a un dolor muscular de espalda, nada relacionado con este tema”, revela.
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No termina de entender cómo pudieron descubrir justo a tiempo un tumor encapsulado que comenzaba a abrirse. Si se hubiese demorado un poco más, podría haber afectado otras zonas. “Después de conocer el buen resultado de la biopsia, me senté en el auto, me emocioné, lloré, porque siento que este proceso ha sido una alerta de mis papás. Aquí hay una intervención de mis padres”.
En la esfera laboral, además de volver como animador de “Mentiras Verdaderas” después de 4 años en Canal 13, mantiene dos programas en radio ADN, otro en el cable y realiza frecuentes y demandantes eventos. Al parecer esa vorágine menguará un poco, porque Eduardo quiere sacar el pie del acelerador. “No quiero estar durmiendo cuando estoy con mi hija Alma. Los fines de semana trato que sean exclusivos para ella, me arranco a la casa para estar con ella, no quiero perder ese contacto, ese momento con mi familia”.
¿En un momento caíste? ¿quedaste sin fuerzas cuando te hablaron de cáncer?
Para nada. Me estremeció leer una ficha que decía que tenía cáncer, porque nadie lo espera. Boté lágrimas, impacta, me urgí, me pregunté por qué…, lo estoy pasando tan bien en la vida para que venga un cáncer. Todos nos vamos a morir, pero no quería que fuera tan pronto. Siempre con el espíritu arriba. Me daba más lata pensar cómo contárselo a mi mujer, a mi familia, a mis cercanos, para que no se urgieran. Entremedio intenté que no se filtrara. Cuando lo conté públicamente es porque se filtra y me llaman periodistas para preguntarme. Yo sólo quería que mis cercanos supieran antes.
En una entrevista dijiste que quizás tu mamá murió de cáncer por la pena. ¿Has analizado por qué en tu caso?
Me suena irónico y hasta paradójico que sea en una zona relacionada con el habla, considerando que trabajo hablando. Le consulté al doctor si había una razón genética, y me dijo que no, que es un desorden propio de la evolución de las especies, que se da mucho y es de los que tiene mejor pronóstico. No le he buscado la quinta pata al cáncer por ahora.
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Volviste a La Red. ¿Fue un error irte a Canal 13?
No, no me muevo en el eje de acierto y error. Era una oportunidad importante en nuestra vida. Uno tiene un compromiso profesional, pero también uno familiar, y negarse a la posibilidad en términos económicos y de desafíos, era irresponsable con el proyecto familiar. Lo mío no es un trabajo para toda la vida. Es una carrera como la de los futbolistas, si uno quiere, con una curva decreciente. Somos todos desechables, y había que tomar esa decisión. Evidentemente hubo proyectos que me gustaron más que otros, que me hubiese gustado que prosperaran, pero no se dio. A lo siguiente no más.
¿Sientes que “no te valoraron”, como otros rostros reclaman?
Me carga la actitud de los colegas que salen reclamando, llorando, diciendo que no los valoraron, que se los farrearon. Adentro uno se la tiene que jugar por lo que quiere. Cada uno verá cómo lo hace, de qué manera disputa sus espacios. Me carga esa actitud de “no me valoraron”. Viejo, en la televisión te pagan buenos sueldos; si pensamos en el resto del país, no es como para salir reclamando. Somos una industria pequeña, entonces un mínimo de respeto por el trabajo que hacen otros. La televisión no la hacemos sólo los “rostros”, sino que numerosos equipos que día a día se sacan la cresta para sacar adelante el proyecto, para que después digan “me farrearon”. ¿Y el trabajo de ellos, dónde quedó?
Toda la razón. Si hablamos de “Mentiras Verdadera”, ¿qué cambió en tu ausencia?
Hay un cambio, porque cuando comenzó estábamos instalando un formato que no existía en televisión. Era hasta descabellado poner en una franja prime un espacio de conversación. Hoy los espacios de conversación se instalaron, todos los canales tienen o han tenido un espacio similar. Se han multiplicado, y creo que eso es fruto de “Mentiras Verdaderas”, son todos herederos. Desde que me fui pasaron dos colegas que hicieron un excelente trabajo y el programa se ha ido construyendo con otras energías. Ahora el desafío es más complejo, porque es tomar la herencia de Ignacio (Franzani), Jean Philippe (Crettón) y lo que venía conmigo, y readecuarlo a un Chile cambiando…
Debemos cuidar lo que decimos mucho más.
Exactamente. Nosotros hacíamos un segmento llamado “sin censura” cuando la dermis no estaba tan sensible como ahora. Estamos tratando de reinstalarlo, considerando que hay cosas que antes se hablaban, pero ahora son políticamente incorrectas. Personalmente creo que nos podemos reír de todo y de todos, partiendo por mí. Me parece sano, pero no en televisión, la televisión tiene otros códigos y debe tener ciertos niveles de respeto. Hay varias variables que tenemos que considerar ahora, también los presupuestos. Cuando empezamos a nadie se le ocurría cobrar, pero ahora la mayoría cobra cifras imposibles de pagar para nosotros.
¿Cuál es tu sello?
Que el invitado se luzca y que nos riamos. El humor es clave, y tiene que atravesar las distintas instancias del programa. A veces los invitados vienen con un tema emocional diferente, y no incluimos humor. El tono es una conversación donde hablamos en serio, y luego nos reímos. No pretendo aparecer como el entrevistador que sabe más que el entrevistado. Me da lo mismo que digan “qué tonto lo que preguntó”. Uno se tiene que parar desde la inocente ingenuidad y no desde la soberbia frente a un entrevistado.
¿Le falta humor a la televisión?
Le falta humor a la televisión y le falta humor a la gente. No sé por qué los tontos graves nos han hecho creer que son mayoría, pero los chilenos no somos así. Estoy en una lucha contra los tontos graves. No nos pueden ganar la batalla. El otro día entrevistando a José Antonio Kast había un buen ambiente propiciado por él, porque partió riéndose, y uno también toma el peso a los entrevistados. En esa dinámica estábamos hablando de sus hijos y le digo “no tuvo más hijos porque se le acabaron los nombres ABC1”, y no faltó el que se lo toma en serio, “qué falta de respeto”, “qué clasista de tu parte”. ¡Pero es un chiste, una broma, nadie puede creer que eso era un comentario serio! Hay gente que se sienta a pelear con la tele, con los diarios, con un nivel de amargura que no podemos dejar que nos ganen el gallito.
¿Tus entrevistados son un espejo en tu vida?
Evidentemente, uno se encuentra con cosas que le gustan y otras no tanto de uno mismo. Tengo miles de defectos, y a veces a uno no le gusta verlos, es incómodo, pero me parece un buen ejercicio aceptarnos con nuestras pifias. Eso es lo rico de permitir que todos se sienten ahí, y no censurar per se a alguien. Hay gente con la cual no compartes su punto de vista, pero de pronto en su biografía puedes entender por qué piensa lo que piensa.
¿Te preocupa competir con teleseries y programas?
Nosotros no entramos en esa liga. No tenemos ni los presupuestos ni la ambición de tener el primer lugar. Sí nos gusta dar algunos golpes y hacer caer algunos contendores para mostrar que también tenemos algo que decir. No me dicen el rating durante el programa, porque la energía que le ponemos a la conversación si marca un punto versus a la que marca con ocho puntos es la misma.
Además los programas quedan en otras plataformas.
Claro, tienen más vida. A veces me dicen que estamos sobre TVN y CHV, y para mí es meritorio porque el invitado ha logrado seducir a la gente y le ha dado la oportunidad para escucharlo. Somos una alternativa a las personas que están disconformes con la programación.
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PADRE NUEVAMENTE
Tu biografía es increíble. ¿Cómo llega un niño que vivió muchos años en La Legua a estar en esta posición social? ¿Cómo superaste los prejuicios?
En rigor, nunca viví el clasismo. Para mí haber vivido en la calle Cabildo, en la población La Legua, era mi vida no más. Estaban mis amigos, mis papás. Iba a un colegio y sabía que algunos compañeros tenían mejor situación económica que nosotros, pero nunca sentí el clasismo o discriminación que claramente existe. Nunca tuve consciencia de eso. Puede ser que mis papás construyeron en torno a mí un mundo de cuidado y protección que me impidió ver eso. Me di cuenta más adelante.
¿Cuándo?
Cuando empecé en Canal 13; un día en una entrevista me preguntaron de qué colegio venía, y dije “no creo que lo conozcas, porque queda en Gran Avenida”. Me preguntó si vivía por ahí, y le respondí que en Santa Rosa, en San Miguel. Y él “¿en serio?”. Sabía que no era un antecedente menor de mi biografía, pero tampoco pensé que era para tanto. Claro, a luz de la discriminación y segregación que existe, donde te valoran por el apellido, sí. Quizás para mis papás fue más evidente que para mí. Para mí era complejo en el sentido que quería trabajar en radio pero no tenía ningún contacto, entonces todos me miraban como “sí, claro…”. Nunca me amilanó ese tema.
Y en todos estos años, ¿nunca te sentiste cuestionado en el medio por no venir de tal colegio o tal familia?
Me ha pasado al revés. Una vez tuve una discusión con una persona que pensaba que yo había inventado esa historia. Me dijo: “tú no hablas como nosotros”. Le respondí “¿tú crees que porque nací ahí tengo que hablar ´chiguá’?”. Me decía que no era auténtico, pero la autenticidad es otra cosa. Uno se tiene que adecuar al mundo, y uno no habla mal en el ambiente profesional. No creo en esos determinismos que apuntan a que si naciste ahí, te quedas ahí. Me rebelo ante eso. Sé que para algunas personas puede generar que no compartimos algunos códigos, pero me tiene sin cuidado porque no me debo a ellos. Prefiero hablarle a un público transversal que valora el esfuerzo, las ganas y que el resto se quede en otro lado con sus prejuicios.
Con la llegada de Alma, ¿pensabas que convertirte en papá sería como lo estás viviendo?
Ya cumplió un año y medio. Para mí ser papá, en términos emocionales, espirituales, ha sido mucho mejor de lo que creía. Lo que representa, la energía que infunde, es absolutamente superior a la que imaginaba. En lo práctico no es fácil: se duerme poco, te angustias cuando no sabes qué pasa, te estresas porque todos te dicen cómo criarlo.
Aumentan los miedos igual.
Sí, por más que piense en no ser aprensivo, igual uno se urge. No queremos que nuestra hija viva en una burbuja, tampoco la exponemos al peligro, pero ella juega con tierra, con los perros. Nosotros somos pro animal, así es que queríamos que se criara sin miedo a ellos. Los perros abandonados en la calle pueden ser peligrosos, pero los perros de tu casa, si sabes tratarlos con cariño y respeto, no deberían morder. Además, los perros de casa están desparasitados frecuentemente, limpios, protegidos.
Alma es hija única, como tú y tu esposa (la periodista Andrée Burgat). ¿Crees que es difícil ser hijo único?
Nos gustaría que no fuera hija única, nos encantaría tener más hijos. Si es hija única, no tenemos mayor rollo con eso. Los dos somos y tenemos consciencia de lo que implica. Somos distintos en algunos aspectos, por ejemplo, valoramos mucho nuestros espacios, el silencio, la tranquilidad; no tenemos miedo a quedarnos solos, desarrollamos mucho la creatividad. Tiene facetas interesantes, pero nos gustaría que se crie en un ambiente lejos del egoísmo, que comparta. Si se queda como hija única, vamos a intentar que se quede con lo mejor y, si tiene hermanos, será una bendición fantástica. Los hijos son bendiciones.
¿Están buscado otro hijo?
El tratamiento que hicimos para Alma fue técnicamente lo último que podíamos hacer, porque no nos quedaban más reservas. Está la posibilidad, porque quedaron unos huevitos congelados, de implantar. Lo tenemos que hacer. Si eso prospera o no en un hijo, va más allá del médico y de nosotros.