Chile

Álvaro Espinoza: “Creen que los actores vivimos en un limbo”

Después del éxito de “Te doy la vida”, con uno de sus roles más oscuros, no sabe qué camino profesional tomará. Confiesa que ama actuar en todos los formatos, y profundiza en la importancia que tiene la mirada del actor en diversos espacios de la sociedad.

Por: Carolina Palma Fuentealba

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Lector acérrimo, toca el piano, la guitarra, sibarita antes que estuviera de moda la comida gourmet y no le gusta ver televisión. Estos son algunos de los matices que encontramos en Álvaro Espinoza (42). Si buscamos su biografía en Wikipedia aparece que nació en Perú, y se nacionalizó chileno. ¿Qué hay de cierto? «¡No sé de dónde salió eso! Me enteré hace años. Una periodista me entrevistó, lo pasamos súper bien, hablamos de todo, y después escribe ‘Álvaro Espinoza, peruano’… ¡Qué desilusión! (ríe). Bueno, me imagino que son datos que no se preguntan porque están en las redes. No me importa en todo caso, lo encuentro hasta divertido», asegura.

Casado con la estupenda actriz Catalina Olcay y padre de dos niñas, es un actor consagrado que ha formado parte de importantes elencos que dieron vida a «Sucupira», «Romané», «El circo de las Montini», «Los Pincheira», por nombrar algunos. Ahora personifica al misterioso «Emilio San Martín» en la teleserie «Te doy la vida», de Mega, la más vista de las 15 horas. Como es de conocimiento público, la relación que tenía con TVN se desmoronó cuando lo desvincularon sin reconocer sus años de trabajo, y 17 teleseries.

Finalmente la Corte Suprema determinó que sí hubo relación laboral. De todas formas lo recuerda como una situación triste, inesperada, pero respeta la decisión. «Si soy el jefe, trabajaré con quien quiero trabajar, con personas más capacitadas, más idóneas. Si alguien no quiere trabajar conmigo, está bien. Pero si no quieren trabajar conmigo, yo tampoco quiero trabajar ahí. Soy bien sentimental, no me gusta sentirme no querido», confiesa.

Después de ese episodio, ¿aprendiste a poner límites?
Es que uno trabaja para uno. Mi trabajo, donde sea y para quién sea, trataré de hacerlo lo mejor posible. No estoy muy seguro cuáles fueron mis errores, así es que no sé qué puedo aprender. Me considero súper transparente y directo, muy frontal. Cuando llegué al 13, dije «hago este proyecto no más». Si lo pasamos bien, súper, pero si una de las partes no quiere seguir y está amarrado por un contrato, sería una gran lata. No estaba anímicamente preparado para hacer un compromiso. Finalmente, estaba pololeando y me patearon.

¿Te gustaría quedarte en Mega después de «Te doy la vida»?
Si me quieren, soy súper feliz. Lo paso bien, me gusta la gente. El futuro lo desconozco. Por ahora estoy en esta teleserie, dejé de hacer teatro porque es bien exigente trabajar con un niño. Me obliga a tener un horario distinto. Salgo más tarde porque el niño llega a grabar después del colegio. Requiere de paciencia y bastante tino. Él modifica todo el entorno.

Qué bueno que tienes niños y puedes entender mejor….
Sí, una de 9 y otra de 13.

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¿Siempre quisiste ser papá?
No soñaba con serlo, pero siempre me gustaron los niños. Fui papá a los 28, una buena edad pensando en el después. La infancia es dura para los padres, y en su niñez estaba lejos de los 40 años. Hoy disfruto mucho de mis hijas en otra onda. A los 40 ya no quiero niños, quiero envejecer (ríe).

Con tu esposa, Catalina Olcay, no aparecen públicamente. ¿Una decisión consensuada?
Es que a nadie le importa. Somos felices. ¿Has visto en las noticias que aparezcan parejas felices, tranquilas? Si nos separáramos o encontraran a la Cata o a mí en un baño con otro, saltaríamos a la fama altiro (ríe). A estas alturas sería patético. Tenemos dos hijas, un perro, vivimos tranquilos. Más que una decisión, se relaciona con nuestra forma de ser.

Tampoco te vemos en eventos, tan de moda estos últimos años…
No… No puedo entender que un actor no tenga plata para comprarse zapatillas y se transforme en promotor.

Es una tendencia entre los actores…
No lo haría porque no está en mi naturaleza, pero si lo hiciera, tendría un tipo de línea editorial. No hago publicidad, pero si me llaman de un whisky exquisito, lo hago, porque amo el whisky. Tendría mi bodega de cajas de whisky y sería feliz. Pero no me tomaría una foto con una toalla higiénica…

«LA SOCIEDAD TE LLEVA A LA DESCONFIANZA»

¿Qué te parece que algunos piensen que los actores se creen «semi dioses» o capaces de dar opinión certera de todo?
Con humildad da lo mismo qué tan ilustrado puedas ser, pero es muy malo ser soberbio. Creo que, en general, los actores son ilustrados, sensibles y saben mucho. No es porque sepan más cosas, sino que las saben mejor.

¿A qué te refieres?
Se habla mucho de las habilidades blandas, ahora que está de moda el coaching, que son la base de la formación actoral. Ahí encontramos la confianza en ti mismo, en el otro, las ganas de trabajar en equipo y la mirada. Nosotros nos dedicamos a mirar mil veces algo para encontrar otra arista, mayor profundidad. Trabajamos todos los días haciendo eso. Por formación profesional, la primera lectura de una situación no significa nada. Uno va a la tercera o cuarta mirada, y eso hace que el aprendizaje sea bien profundo.

Interesante ese punto de confiar en el otro para desarrollarse…Imagen foto_00000002
Un colega me contaba que su papá le preguntó qué hizo en sus clases de teatro, y él le dijo que su compañero le hizo masajes. El papá reaccionó enojado porque para eso no estaba pagando la carrera. Es que en la formación del actor lo primero es la confianza en ti mismo y en el otro. Yo llego al set y lo primero que hago es confiar. Son habilidades que todos tenemos, pero no todos desarrollan. Finalmente, la sociedad te lleva a todo lo contrario, a la desconfianza.

Tu hija mayor participó en una película, ¿no?
Sí, pero cuando era guagua. En realidad era un corto de mi hermana, súper bonito. Ella necesitaba una guagua, y justo se dio la casualidad, así es que viajamos con la guagua a Chiloé. Todavía no tengo claro a qué se quiere dedicar.

¿Te gustaría que siga la senda actoral?
Si me pongo en ese lugar, me imagino que debe ser lindo. Es como que nazca la guagua parecida a ti. Por mí, que estudiara Biología. El futuro está ahí, no en la actuación. Ojalá que le achunten y encuentren su lugar. En mi caso, nunca se me ocurrió ser actor. Di la prueba, vi la lista, puse teatro y artes pláticas, y postulé a la Católica. Quedé y listo.

¿Te complica la inestabilidad del trabajo?
No, yo lo escogí. No elegí ser actor para actuar, elegí ser actor para tener esta vida. No la vida de la tele, la vida del actor. Me llamaba la atención los actores arriba del escenario vestidos con disfraces haciendo cosas diferentes. Esa vida decidí tener.

¿Y qué pasa cuando no tienes trabajo?
Es estresante. A veces te va bien y otras mal. A veces ganas bien y otras mal, pero es bastante equilibrado. Aunque la gente cree que los actores vivimos en un limbo, casi que somos millonarios (ríe).

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