Chile

Javiera Contador y su vida 24/7 en torno al trabajo

Actriz y comunicadora, cumplió 20 años trabajando en televisión. Juró nunca más hacer matinales, pero hoy se transformó en el rostro que intenta levantar el “Buenos días a todos”, de TVN. Duerme poco, está llena de proyectos laborales y anclada a un núcleo familiar que no imaginaba.

Por: Jessica Celis Aburto.

«Tengo 40 años; nací el 75. En Wikipedia dice que soy del 74, Diego (Rougier, su pareja) lo corrige, ¡pero alguien me quiere embarrar y vuelve a poner que soy del 74!…», cuenta muerta de la risa Javiera Contador, mientras John Pérez, su maquillador de cabecera, la prepara para las fotos.

Han pasado 20 años desde que debutó en televisión en la teleserie «Loca Piel»; fue el inicio de una carrera donde series como «Casado con hijos» y programas como «Video loco», «Si se la puede, gana», «La ruta del Nilo», «La ruta de Oceanía» y el matinal «Mucho gusto», entre otros, la convirtieron en una de las figuras femeninas infaltables de la pantalla chica nacional. Tras haber «jurado» que «nunca más volvería al horario matinal», llegó al «Buenos días a todos» (BDAT) primero acompañando a Karen Doggenweiler, y ahora como figura central.

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Cuando te fuiste de «Mucho gusto», de Mega, dijiste que no más matinales. ¿Qué pasó?
No sé, me pillaron volando bajo y me convencieron (risas). TVN me invitó a ser parte del área dramática y de un programa franjeado que no era el matinal. Yo empecé en TVN y quiero que le vaya bien. Ante la crisis que hay, cuando me dijeron que creían que sería un aporte en la mañana, aún cuando no quería al comienzo, accedí. Entendí que si lográbamos levantar la mañana y al canal le va mejor, será un pilar fundamental para todos. Cualquier área del canal que repunte será un aporte, y ante eso, acepté. Estoy contenta, he gozado harto y no ha sido un sufrimiento terrible la levantada temprano porque como ni duermo, ¡no la siento! (risas). Queremos reencontrar a TVN con un público que se fue perdiendo en el camino, que creemos que sigue ahí y queremos recuperar. El «Buenos días…» está en el imaginario colectivo, ¡yo también lo veía! Y ser parte hoy es bonito también. Le tengo fe a nuestro matinal y hemos ido de a poquito, subiendo de menos a más, y vamos a seguir creciendo.

¿Qué pasó por tu cabeza cuándo supiste que Karen dejaba el matinal?
Siempre entendí las razones de la Karen y sus ganas de hacer otras cosas. También sentí que con su partida, el BDAT que todos conocíamos obviamente cambiaba. Pasé por distintas emociones; por un lado incertidumbre, y por otro lado que asumía una responsabilidad tremenda y que había que estar a la altura.

¿Cómo te has sentido en este formato, donde eres la conductora central?
Ha sido un proceso de adaptación. Por momentos súper cómoda, y en otros no tanto. Ha sido más pega, pero el equipo, encabezado por Cristián Torres y que estoy conociendo cada vez más, me ayuda y me apoya mucho. Detrás y delante de cámara. Jaime Coloma, Mario Velasco, Iván Torres y Andrea Aristegui son compañeros súper importantes para mí.

¿Te proyectas en el formato actual o te gustaría tener un partner o varios? ¿Qué formación crees que es la adecuada?
No es una decisión que pase por mí, pero estoy dispuesta a trabajar con uno o más partners. En lo personal creo que más miradas, más opiniones y más gente pa’ tirar la talla es mejor para un equipo. Sobre todo si ese equipo está 4 horas al aire. En ese sentido sería bueno que llegaran más personas. Pero, te insisto, eso no pasa por mí.

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¿Hay una fórmula para levantar el matinal?
No hay recetas. Pero soy bien de «echarle pa’ adelante» y pensar que las cosas siempre pueden mejorar. Obvio que hay que trabajar para que eso suceda. En ese sentido creo que el fiato de un equipo, y pasarlo bien trabajando, son elementos que se traspasan en la pantalla. No es algo que se haga de un día para otro, pero tengo toda la fe en que nuestro equipo puede lograrlo.

Así como transaste en volver al horario matinal, ¿hay algo que ya no transas?
Casi todo lo que no transo tiene que ver con el tiempo. Cuando estaba en el «Mucho gusto» iba a hacer obras fuera de Santiago y volvía para hacer el programa en bus. Eso ya no lo hago ahora porque tengo dos guaguas. Ya no tengo esa capacidad. Creo que hay que ser más honesto. Antes, por ejemplo, si me llamaban para unas fotos y la ropa y el maquillaje no me gustaban, no decía nada y me sentía súper insegura. Ahora ya no lo hago. Digo que tengo a John porque así sé que lo voy a hacer mejor. Creo que igual me ha influido el estar casada con un argentino, porque ellos son muy honestos y frontales. Me ha enseñado que si uno en la pega discute con alguien no es que te pelees con esa persona para el resto de la vida, es una diferencia de opiniones, y en eso los chilenos somos malos porque tendemos a no decir las cosas de frente, sino por detrás. De Diego aprendí a decir las cosas que no me parecen a la primera, sin que signifique algo malo ni tirar mala onda. Hacerlo es sabio y sano.

¿Te ha traído costos esa nueva actitud?
Tampoco soy «al chancho» porque soy bastante empática, transo harto porque me carga que la gente se sienta incómoda. Soy «culpógena» a morir, y si alguien se va a sentir mal, prefiero callarme; pero aún así, cuando he dicho lo que pienso, me ha traído más beneficios que costos. Hablar las cosas mirándose a los ojos es lo mejor para ambas partes. Andar con cosas guardadas, por más chicas que sean, es lo peor. Trabajo en equipo en todas mis pegas, entonces, prefiero hablar para tener menos roces. Y aunque igual me cueste a veces y me de culpa, cada vez me pasa menos.

¿Te sientes realizada profesionalmente?
Sí, pero siento que me faltan 8.000 proyectos más por hacer. Fui a Chicago a presentar «Alma» (película que protagonizó y dirigió su marido), y gustó. Nos ganamos un premio con ella, en mi primera película con un rol protagónico. Ya estamos pensando en otras. También quiero hacer teatro, un unipersonal, que es un desafío enorme porque te llevas todo el peso de la obra. No paro de pensar en cosas. Disfruto mucho más del proceso creativo que ir a la función misma, es súper loco. Me encantan los ensayos, el crear una obra.

¿Cuál es tu estado emocional y espiritual hoy?
Siempre he sido una persona enérgica, pero ser mamá me hizo aprender que hay algo que es mucho más grande e importante en la vida, que el centro no es «mi» casa, sino algo mayor: la casa donde están mis hijos y mi marido. Sigo trabajando harto, pero no tanto como antes. Tengo un núcleo muy bonito, tener hijos chicos cansa harto porque duermo muy poco y corro todo el día, desde que parto en el matinal temprano. Vivo un período muy íntimo, las cosas más importantes pasan dentro de mi casa, con mi familia.

¿Imaginabas este contexto?
No. No vengo de una familia tradicional con un papá y mamá de matrimonio eterno con muchos hijos. Somos una familia muy unida pero los hermanos somos hijos de distintos papás y nunca me criaron para tener un modelo determinado de familia. Para mí todo tipo de familia vale: con pareja, sin pareja, sin hijos o con, porque la felicidad es muy personal. Lo que me pasa ahora es que veo mi casa con mis hijos, mi marido, los perros, las plantas, ¡y me encanta! Se transformó en un valor muy fuerte que no me imaginaba. Es lo más importante ahora, y el 80% de mi energía está en mi casa y con mis niños (Mila, de 3, y Theo, de 1 año).

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Tu figura genera empatía en el público, hombres, mujeres y niños. ¿Por qué crees que pasa eso?
Siento que el cariño de la gente es un regalo. Lo recibo y no me da lo mismo. Con todas las personas que me relaciono trato de ser lo más empática posible. Creo en el principio budista que dice que la buena onda atrae más buena onda. Trato de habitar y nadar mucho en la buena onda. Soy así. La mala onda me daña. Twitter lo veo cada vez menos porque aunque en general es pura buena onda, cuando hay gente que tira pesadeces, me afecta, cada vez menos, pero igual. Nunca voy a entrar a una discusión así porque no manejo los niveles de agresividad que he visto allí. Y tampoco me interesa manejarlos, por lo que prefiero pasar. Hay que tener cuero e’chancho. Sé que el nivel de exposición genera eso y que la gente siente rabia a veces. No puedo pretender que nunca nadie tire mala onda, la clave es cuánto engancha uno. La angustia está en uno, no en el otro.

¿Cómo encaja la exposición pública en tu vida?
Soy muy poco expuesta en el sentido de mi intimidad, porque encuentro que es el rincón que me queda. Soy extrovertida, tiendo al humor y soy media «pintamonos». Mi trabajo me permite pasarlo bien, pero también soy pa’dentro, y mis amigas me lo recriminan. Si tengo una pena soy mala para decir que estoy mal y pedir ayuda.

¿A quién o quiénes recurres en esos momentos?
Tengo grandes amigas, una familia preciosa, y cuento con Diego también: con él somos BFF (Best Friend Forever) (risas). Antes de pololear fuimos muy amigotes, yuntas. Lo nuestro pasó como en esas películas gringas donde los amigos se van de copas, se dan un beso y de repente se dan cuenta que hay algo más. Pinchamos y no nos separamos nunca más. Nosotros hablábamos de todo, contándonos cosas que jamás le dirías a tu pareja. De hecho hay cosas que él no debería saber (risas).

¿Fue la primera vez que enganchabas con un amigo así?
Sí.

Javiera conoció al director de cine y televisión argentino Diego Rougier cuando grababa la serie «Casado con hijos», que él dirigía. Comenzaron su relación el 2010. «Admiro muchísimo a Diego, me encanta. Creo que es el mejor director de Chile y el mundo. Tiene una cabeza súper lúcida en términos de dirección y manejo del humor. Me ayuda en mi carrera y yo a él. Somos bien compañeros. Siento que somos muy afortunados de habernos encontrado porque somos muy parecidos, muy pololos, nos queremos mucho, nos gustamos y estamos enamorados. Nuestra casa es un lugar de trabajo 24/7, y nos gusta que sea así. No separamos el trabajo de la puerta hacia fuera. Somos socios, trabajamos en algo que nos gusta mucho y nuestra casa suele ser centro de reuniones de los proyectos en los que estamos. Todo es medio gitano: trabajamos mientras los niños andan por ahí y viajamos con ellos cuando debemos hacerlo por pega. Diego es un súper papá, entretenido, juega con los niños. Estamos en una etapa en la que dormimos súper poco, nuestra casa tiene todas las paredes rayadas, pero no nos estresamos ni angustiamos por eso. Vivimos medio colapsados, pero también nos reímos mucho de esta situación. Es un tiempo precioso que estamos aprovechando porque los niños crecen súper rápido, pero también nos pegamos nuestras escapaditas algunas noches», confiesa.

MALDITA MODA

Como miembro activo del «show business» criollo, los eventos son parte recurrente de su agenda. Y en ese contexto ha sido blanco de críticas en términos de su look. El programa de televisión «Maldita moda» (CHV) ha dedicado varios episodios a ella, destacada por sus panelistas por sus malas elecciones. «Mucho antes que existiera ‘Maldita moda’, cuando trabajaba en el ‘Mucho gusto’, pasé por un período en que fui muy mal criticada. Vivían diciendo que me vestía mal y lo pasé pésimo, pero no por los comentarios puntuales, sino por el hecho que cualquier persona se sienta con el derecho de opinar sobre uno. Algo que pasa todavía y tiene algo divertido: alguien te dice que te ves fabulosa de negro y a otra le parece que te queda fatal. Me encanta la moda y entiendo que tiene riesgos. Me parece que es un programa que tiene mucho de juego. Lo que hace la Fran (García-Huidobro) me parece gracioso y creo que hay que tomárselo como lo que es y no ser tan grave al respecto. Es un programa bien entretenido y te genera morbo. Cuando te toca estar en el lado malo es una lata, y cuando te toca el bueno, qué rico y te crees la muerte un rato. La moda es para jugar, y si todos siguiéramos un solo estilo, terminaríamos vestidos todos iguales y sería una lata. Cada cual debe vestirse como le de la real gana. Uno tiene que ser feliz con lo que es, y me encanta la gente que se atreve. Encuentro mucho más choro eso, que estar vestido ‘ashí shuper correcto’. Chile además es bien tradicional, entonces cualquier persona más rupturista perturba», dice.

En ese sentido, ¿eres muy vanidosa, te agarra el nervio la opinión de los demás sobre tu cuerpo y cómo te ves?
Soy mujer y siempre me encuentro gorda. Trato de hacer dieta siempre, pero soy una cerdita. Si me invitan a comer no voy a pedir ensaladas. Cuando chica no tuve oportunidad de ir a restaurantes así que ahora, ¡aprovecho! Trato de hacer más ejercicios, soy bien «deportina», pero aún tengo varios kilitos encima después de mis embarazos, que fueron seguidos. Entreno al menos 3 veces a la semana con un entrenador que creó un sistema que mezcla cardio con natación y crosffit. También corro. Trato de no angustiarme con el tema, porque si te vas en la volada de que estás gorda todo el tiempo es algo que no termina nunca. Como soy positiva siempre me digo «voy a estar regia en un tiempo más. Aunque no se cuándo…» (risas).

¿Peores enemigos para mantener el peso?
Los dulces, los helados, el manjar, el chocolate y el vino tinto. No tengo el gen de hacer dieta, y encuentro que cuando se hace dieta todos andan insoportables. La vida es corta así que, ¡chao! Trato de no comer cosas tan chanchas y vivo probando todo lo que es mentira, del tipo «la pastilla de chirimoya que te haga adelgazar».

¡Llame ya! ¿Te las crees todas?
¡Todas! Compro con la convicción de que con «ese» producto voy a quedar flaca y mina como Gisele Bündchen en un mes. Y es mentira. Me compraría todos los «¡Llame ya!». Los pruebo y nada resulta (risas). Lo único que funciona es cuidar la alimentación y el ejercicio. No como frituras. Trato de cuidarme comiendo poco en la noche. Lo malo es que tomo desayuno en el matinal con todas las cosas que llevan, y como llego con «el» diente por no haber comido nada hace muchas horas, me lo como todo. Cuando me mandan comentarios en Twitter diciéndome que me lo como todo al aire, ¡es verdad!

¿El envejecimiento físico es un tema?
Me cuido la cara y la piel. Es un tema que me preocupa. Antes de quedar embarazada de la Mila me puse bótox dos veces, en la línea de la frente, la del ceño, porque la tenía súper marcada. Pero encontré que quedé «shin eshpresión», así que no me he puesto más, pero si lo necesito lo haré de nuevo. También me he hecho el tratamiento de plasma rico en plaquetas. Dicen que los resultados son a largo plazo, así que a los 50 veré los resultados seguramente (risas). Creo más en tratamientos menos invasivos, pero me pasa con el tema de las intervenciones lo mismo que la moda: si te quieres poner pechugas, sacar brazos o estómago para sentirte feliz, ¡adelante! No soy quién para decirle a la gente que no lo haga. La felicidad es personal.

¿Qué es lo que más te carga de tu cuerpo?
La celulitis y «el brazo gordo», que parece que es de familia. Me encantaría tener los brazos flacos.

MINUTO DE CONFIANZA

Tómate tu minuto de confianza. Desde ahora…, ¡ya!
Aspiro a que la gente sea más feliz, que se ría más de todo y de sí misma. Lo que no quiere decir que uno sea superfluo y las cosas no importen. La vida es muy corta y hay que gozar más. Al chileno le hace falta pasarlo bien, reírse. Creo que todos deben participar en el proceso Constitucional Constituyente. Me parece que es importante y un buen ejercicio para Chile. Hay que aprovechar esta instancia para conversar y cambiar la Constitución porque hay que hacerlo. ¡Viva la diversidad! Creo en el matrimonio igualitario, en la adopción de parejas homosexuales y estoy de acuerdo con el aborto en sus 3 causales.

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