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El lado B de la “inyección mágica” de moda para bajar de peso

El Liraglutide –que se presenta comercialmente como Victoza y Saxenda– nació para tratar los problemas de diabetes y de obesidad. ¿El problema? Varias chilenas han comenzado a usar este medicamento inyectable, sin ser el grupo objetivo y pasando por alto sus efectos secundarios.

Cuando la escasez de tiempo, la rutina y cansancio nos agobian, hacer una dieta y sumar ejercicio se puede volver cuesta arriba. En este escenario, las inyecciones de Liraglutide –que se comercializa como Victoza y Saxenda– comenzaron a verse como una especie de “receta mágica” para bajar de peso. ¿De qué hablamos? De un medicamento inyectable que causa una considerable disminución del apetito, y con ello la consiguiente disminución de los kilos extra.

La Victoza apareció en el mercado internacional el 2009 de la mano del laboratorio danés, Novo Nordisk, como un medicamento para el tratamiento de la Diabetes tipo 2. Este actúa regulando los niveles de glucosa en la sangre, lo cual se ha observado que tiene efectos favorables sobre el control del peso corporal, dado que su principal función es actuar en el páncreas para estimular la secreción de insulina (que baja la glicemia) e inhibir la liberación de glucagón (que sube la glicemia) y, de esta forma, disminuir los niveles de azúcar.

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Es por esto que –según explican los especialistas– es una muy buena alternativa para los diabéticos con problemas de sobrepeso, es decir, pacientes con Índice de Masa Corporal (IMC) de más de 30, con prediabetes. Atendiendo a esto, el mismo laboratorio lanzó el 2014 Saxenda, con dosis de Liraglutide más altas, para el tratamiento exclusivo de la obesidad.

El problema es que ante estos tentadores beneficios, hace cerca de un año y medio este medicamento –que se vende con receta médica– lo están usando principalmente mujeres cuyo nivel de sobrepeso no conlleva riesgos asociados, por lo que no pertenecen al grupo para el cual, en rigor, fue creado. Más bien se trata de aquellas a las que no les gusta hacer dieta o no la hacen  y prefieren optar por un camino más fácil, utilizando la dosis más alta de Liraglutide, la que se inyecta una o dos veces al día en el abdomen.

Es en este punto donde los doctores han encendido las alarmas, sobre todo si se usa sin supervisión médica. De hecho el Instituto de Salud Pública (ISP) el año pasado hizo un llamado a “no dejarse seducir por métodos fáciles” para bajar de peso.

Efectos secundarios

Como todo medicamento, el Liraglutide tiene efectos secundarios. De hecho, al ser un análogo de una hormona intestinal, tiene entre sus efectos disminuir el vaciamiento gástrico. Por ese motivo el efecto adverso más frecuente es la sensación de náusea, que en algunos casos se asocia a vómitos. A ellos se agregan los efectos nombrados por el ISP en su comunicado: diarrea, dolor abdominal y gastritis, además de otros más graves como insuficiencia renal e incluso infarto cardíaco.

La nutrióloga de la Clínica Klein, Paula Klein, señala que los efectos más peligrosos se vinculan a cálculos de vesícula viliar y pancreatitis. La especialista advierte que “la población chilena que use el medicamento podría estar en riesgo, dado que en nuestro país en general los índices de cálculos de vesícula son más altos que en otras poblaciones, los cuales se asocian a cáncer de vesícula”. Por esto recalca que antes se debe analizar si vale la pena asumir el riesgo. “Esto es algo que tanto médico como paciente se deben plantear”. 

La doctora va más allá, al indicar la importancia de evitar lo que pasó con la Sibutramina  (el “fármaco para la obesidad”) en la década de los noventa, la cual se les recetó a pacientes que no se debía indicar, aumentó la mortalidad asociada a su ingesta y se tuvo que retirar del mercado por sus efectos perjudiciales sobre el aparato cardiovascular. “Esto sucede cuando los medicamentos se utilizan para algo que, en rigor, no es para lo cual fueron hechos”. En el caso de la Victoza indica que “para diabéticos con sobrepeso es una muy buena alternativa”.

¿Baja sostenible?

Más allá de los efectos secundarios que pueda causar el medicamento, cabe preguntarse si efectivamente éste permite una baja sostenible de peso en quienes lo utilizan. La doctora Klein indica que “quien ocupa el medicamento sin tener un problema real de glucosa está tirando la plata, dado que su baja de peso no será tan significativa en relación a lo que podría disminuir con una dieta personalizada bien hecha. Es más, es probable que al dejarlo vuelva a subir”. A lo anterior se agrega que hablamos de un medicamento de un alto valor ($80.000 la Victoza y hasta $180.000 las 30 dosis de Saxenda), por lo que tampoco es un tratamiento sostenible económicamente por la gran mayoría.

La nutrióloga de la Red de Salud UC CHRISTUS, Verónica Iribarra, señala que “la baja de peso será más o menos sostenida según si la persona mantiene o no los cambios de hábitos y demás aspectos del tratamiento. Las recetas mágicas no existen; es muy importante considerar que la obesidad es una enfermedad crónica, y como tal debe tener una estrategia de control a largo plazo”.

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