La vida moderna en las ciudades puede provocar graves efectos en nuestra salud. El tener que acostumbrarnos a lidiar con el ritmo acelerado y la polución tiene consecuencias nefastas para nuestro bienestar.
Una investigación patrocinada por la Fundación Británica del Corazón (BHF) y publicada por la revista científica ACS Nano plantea que las nanopartículas contaminantes que respiramos pueden viajar al torrente sanguíneo y contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
El estudio se centró en pacientes que inhalaron voluntariamente nanopartículas de oro. En menos de 24 horas, las trazas del metal aparecieron en el torrente sanguíneo y en la orina de los voluntarios y permanecieron hasta tres meses después de haber sido expuestos.
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“Lo que hemos descubierto nos permite sugerir que las nanopartículas ultrafinas, procedentes de la quema de combustibles y presentes en el aire de las ciudades, pueden seguir el mismo camino…Una vez llegan al riego sanguíneo, las nanopartículas pueden acumularse en puntos sensibles a lesiones vasculares”, aseguró Mark Miller, profesor de la Universidad de Edimburgo en declaraciones a The Times.
Esta situación podría provocar un impacto negativo en la salud de las personas. “El oro que usamos en el experimento no es reactivo, pero las partículas presentes en el aire contaminado sí lo son, y si alcanzan esas zonas sensibles, las consecuencias para la salud pueden ser graves”, agregó el investigador.
Así este estudio ha generado polémica en Reino Unido y ha vuelto a generar debate en torno a la gravedad de la contaminación atmosférica y la falta de políticas serias para intentar resolver este problema.