Los perros son seres muy especiales: nos entregan amor, afecto, son incondicionales y, por si esto fuera poco, pueden arriesgar su propia vida por sus “humanos”. Sin embargo, su extraordinaria lealtad ha sido utilizada por el hombre para fines bastantes cuestionables, como por ejemplo, en el cuerpo militar y en actividades que ponen en riesgo su vida.
Un ejemplo de esto es “Lucca”, una perrita militar que perdió una pierna cuando olfateaba una bomba, fue recientemente galardonada con la PDSA Dickin Medal, la mayor distinción que se entrega en Gran Bretaña después de servir en más de 400 misiones en Irak y Afganistán.
Since 1943 #PDSADickinMedal has been highest award animals can receive in military conflict https://t.co/0T5WOI95Fe pic.twitter.com/dpwhkWm23L
— PDSA (@PDSA_HQ) 5 de abril de 2016
La can de raza pastor alemán de 12 años de edad, sirvió en la Marina de los Estados Unidos durante seis años. El propietario de Lucca, el sargento de artillería Chris Willingham, viajó a Londres con su mascota a aceptar esta medalla:
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Lucca es muy inteligente, leal e hizo un increíble trabajo como perro de búsqueda. Ella es la única razón por la que llegué a casa con mi familia y soy un afortunado de haber servido con ella. Ahora hago todo lo posible para mantenerla y que reciba una merecida jubilación.
Lucca hasn’t let her injuries stop her and she enjoys a happy and active retirement #PDSADickinMedalhttps://t.co/ruuvICt8Ua
— PDSA (@PDSA_HQ) 5 de abril de 2016
Jan McLoughlin, director general de la PDSA, resaltó el trabajo y la fortaleza de Lucca:
Su notable gallardía de Lucca y su dedicación al deber, es merecedor de la Medalla Dickin PDSA. Su capacidad y determinación para buscar armas y explosivos para preservar la vida humana en medio de uno de los conflictos militares más terribles del mundo.
Casi una tragedia
El día que perdió la pata, Lucca había encontrado un arsenal de artefactos explosivos en medio del conflicto de Afganistán en 2012. Cuando estaba olfateando un lugar, una mina antipersonal explotó bajo ella en Afganistán.
Tras el estallido, perdió su patita izquierda al instante, y además, sufrió varias quemaduras y heridas en su pecho. El cabo Juan Rodríguez, inmediatamente tomó a Lucca en sus brazos y la llevó a un lugar seguro para realizar un torniquete que detuviera la sangre y pidió ayuda médica.
Rodríguez se quedó a su lado e incluso dormía junto a Lucca mientras se recuperaba. Así lo señaló al medio The Telegraph:
La explosión fue enorme e inmediatamente me temía lo peor para Lucca. Me encontré con ella y la vi luchando por levantarse, por lo que la tomé y le di abrigo en un árbol cercano, apliqué un torniquete en su lesionada pierna y llamé a los médicos para que nos auxiliaran. Me quedé con ella constantemente a lo largo de su operación y recuperación. Ella había salvado mi vida en tantas ocasiones que tenía que asegurarme de estar ahí cuando me necesitara”.
A los diez días de su lesión, Lucca ya estaba de pie y aprendiendo a caminar con sus tres patas:
A través de todo su tratamiento, y a pesar del dolor, su temperamento nunca cambió y su espíritu de lucha era impresionante . Yo estaba muy orgulloso de la rapidez con que se recuperó.
Si bien el ser humano siempre ha recurrido a los animales para distintos ámbitos, especialmente en el contexto militar, cabe preguntarse si en pleno siglo XXI es necesario seguir utilizándolos en operaciones peligrosas para su integridad, considerando que en la actualidad hay suficiente tecnología para detectar bombas y otros artefactos explosivos.
En la actualidad, Lucca está alejada de este mundo y ahora vive una vida en tranquilidad junto al sargento Willingham y su familia en California.