La naturaleza no siempre sigue las reglas y a veces entrega al mundo ejemplares únicos como la ballena blanca Migaloo o la jirafa blanca recientemente descubierta en el Parque Nacional Tarangire de Tanzania.
Su nombre es Omo, fue avistada por primera vez el año pasado y a pesar de su coloración, que literalmente puede ser “blanco” de depredadores, ha logrado sobrevivir en buenas condiciones. En abril pasado, el Wild Nature Institute aseguró que su color no se debe a a la ausencia congénita de pigmentación o albinismo, sino a un gen recesivo o leucismo, que impide producir pigmento a las células.
La diferencia prácticamente estaría en que un animal albino sufre la falta de melanina en todo el cuerpo, incluido los ojos, a diferencia de los animales con leucismo.
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Según Derek Lee, fundador de Wild Nature Institute, Omo “ha sobrevivido a su primer año como cría, la etepa vital más peligrosa para una jirafa joven debido a que hienas, leones y leopardos la acechan como presas”, consigna The Telegraph.
El especialista explica que esta jirafa blanca aún no se ha apartado de los bosques y que “las jirafas adultas son perseguidas a menudo por su carne, y el color de su piel puede convertirla en objetivo”.