En Santiago, quienes no concebimos que haya otro medio de transporte mejor que las bicicletas y buscamos viajes más largos que los que hacemos en la ciudad, nos vemos atados de pies por la nula infraestructura en caminos y carreteras. Por eso, tenemos que esperar un día de semana para subir al Cajón del Maipo, por ejemplo, ya que los fines de semana la gran cantidad de vehículos que pasan a gran velocidad hacen que sea un viaje peligroso.
PUBLICIDAD
Lo mismo pasa si queremos ir a Viña del Mar o Valparaíso: hay que esperar que una vez al año -el 8 de diciembre- se cierre la carretera con motivo de la procesión hasta la Virgen de Lo Vásquez para que las pasadas por los túneles sean seguras.
Me imagino que situaciones como ésta pasan aquí y en muchas otras ciudades del planeta. Por eso, quisiera compartirles el que para mí es un ejemplo de proyecto de transporte interurbano sustentable: la ciclovía que une las ciudades de Daejeon y Sejong en Corea del Sur.
Construida en medio de la autopista y apartada de los autos, esta vía se extiende a lo largo de 37 kilómetros, sin interrupciones y bajo un techo de paneles solares que dan sombra y generan energía que es utilizada en la iluminación de la misma.
Algunos podrían pensar que no tiene mucho sentido poner una ciclovía en medio de una autopista, considerando las desventajas de un entorno lleno de ruido, de partículas contaminantes y de las turbulencias generadas por el paso de los camiones, entre otras. Lo comparto.
Aún así me parece un proyecto a replicar, ya que parece ser un primer paso hacia el ideal: un modelo de transporte que priorice el traslado peatonal y en bicicleta mediante insfraestructura óptima y en un entorno completamente segregado del de los vehículos motorizados. Primero no fueron las ciclovías, sino que las bicicletas haciéndose un espacio en las calles.
¿Ustedes que creen?