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No más bocinazos

La contaminación acústica y sus porqués.

Las bocinas de los automóviles en las grandes ciudades del mundo se han convertido en sinónimo de caos y son el factor número uno de contaminación acústica.

A continuación algunas razones por las que la gente toca su bocina:

  1. La primera, y más sensata, es para alertar. Bien sea para evitar accidentes de cualquier tipo o anunciar alguna anomalía en el camino como cambios en señales de tránsito. Si bien se justifica el tocar la bocina para evitar un accidente, no ocurre lo mismo cuando decidimos sumar nuestra voz a las otras 10 bocinas que ya están alertando el cambio a luz verde de hace 4 segundos, en este caso la alerta debe ser preferiblemente corta y clara, un cornetazo contínuo y desesperado solo contribuye con el escándalo.
  2. Otra razón es para comunicarse. Tocar la bocina al llegar a una casa o para llamar la atención de algún conocido en la calle. En este sentido existen incontables medios de comunicación más eficientes y menos invasivos.
  3. La rabia es la principal causa del porqué la mayoría de los conductores tocan su bocina y lo que muchos no toman en cuenta es que puede propiciar violencia, es difícil saber a que clase de persona se le está reclamando desenfrenadamente y que tipo de cosas podría hacer. Quizá después de un mal día las personas drenan su frustración por el tráfico intenso a través de su bocina pero eso no justifica que los peatones, demás conductores y las personas que viven cerca de calles y avenidas principales tengan que sufrir por ese descontento, todos los días.

Debemos ser capaces de abstenernos de tocar la corneta a pesar de la rabia que podamos sentir. La prolongada exposición a contaminación acústica se vincula directamente con el aumento del estrés y ataques cardíacos.

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La idea no es remover todas las bocinas de los automóviles, sino practicar el sentido común. Ser un poco más conscientes del impacto que tiene algo que consideramos un tanto banal. Pensar por ejemplo: “algo que me molestó, no tiene por qué molestar a todo el que me rodea“; no solo contribuimos con la “paz“ de la ciudad sino que ayuda a conservar la paz propia, que es más importante.

No más bocinazos, por favor.

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